martes, 23 de abril del 2024

Involución y Francismo

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Jesús Ausín
Jesús Ausín
Eterno aprendiz y antifascista
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Decía el otro día Luis Gonzalo Segura, exteniente del ejército, en este artículo, que la unidad de España no es real. Daba una serie de razones históricas. La más reciente, comenzado el siglo XVIII cuando, en la Guerra de Sucesión, los reinos que forman el corazón de lo que hoy es España (Castilla y Aragón) aún luchaban por herederos al trono distintos. Mientras Castilla lo hacía por un Borbón, quién a la postre fue Felipe V, en Aragón eran más partidarios del Archiduque Carlos de la casa de los Habsburgo.

Las naciones tradicionalmente solo han representado intereses y además ni siquiera de la mayor parte de sus habitantes. Los señores feudales agruparon sus intereses territoriales (diezmo, soldados, labriegos que trabajaran sus tierras) en condados que más tarde acabaron uniéndose para luchar por otros intereses mayores, dentro y fuera de su territorio. Si seguimos con el ejemplo de la Guerra de Sucesión, muerto Carlos II sin descendencia, detrás de Felipe V estaba el reino de Francia y detrás del archiduque Carlos, el Sacro Imperio Romano Germánico e Inglaterra (entre otros). Se da la paradoja de que Portugal estuvo luchando en ambos bandos. Lo que se dirimía en esa lucha por el trono no eran los intereses de los plebeyos de la ciudad de Burgos, ni del resto de Castilla, ni la de los de Barcelona ni del resto del reino aragonés. Lo que en realidad se intentaba resolver eran los intereses comerciales de Francia y del Sacro Imperio Romano Germánico (apogeo del comercio entre la Península Ibérica y América). Poco o nada habría cambiado la vida de los habitantes de ambos territorios (Castilla y Aragón) si en lugar de proclamar rey a Felipe, lo hubieran hecho con Carlos (aunque visto con ojos actuales y sabiendo la trayectoria del mastuerzo de Fernando VII y sus descendientes, igual habríamos ganado todos de haber ascendido al trono Carlos III de Austria).

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Toda esta parafernalia actual del Régimen del 78 que insiste en negar el derecho territorial de las personas a formar parte de la comunidad que quieran, no es más que el viejo interés feudal de mantener poder y riqueza. Para la corona de España, el nacionalismo español (una, grande y libre) es el último clavo al que agarrarse. Con una buena parte de la población a favor de la República, y casi el 70% a favor de decidir sobre la forma de estado, dejar de buen grado que Catalunya (o cualquiera de sus territorios) pueda decidir en un Referéndum que no quiere formar parte del estado español, es un lujo que no se puede permitir. Y no solo por lo que supone a nivel económico (8.000.000 de euros directos de los PGE y 561.654.350 euros de coste real, según este estudio de Iñaki Anasagasti), sino por las consecuencias posteriores que un régimen republicano en el que no existe la inviolabilidad del rey, puede tener si se estableciera un proceso penal por presuntas corruptelas.

Pero no solo la Casa Real tiene interés en impedir cualquier intento de secesión de una parte del Estado. Los poderes reales, esos que mueven los hilos de la tramoya política y económica, perderían una parte importante del pastel (223.139M. €, el 18,47 % de todo el PIB del estado [datos del 2017]). Una parte del pastel que además podría tener consecuencias catastróficas para sus intereses. Primero por el peligro de contagio inminente a Euskadi (otro 6% del PIB) y segundo porque el 20% supone una cantidad considerable de la que ya no van a poder mamar. Y para seguir ejerciendo la misma presión de riqueza que hasta ahora, deberían aumentar considerablemente la cantidad de personas a empobrecer en el resto del estado. Eso podría traer saturación y conflictividad social. Y tal y como está el patio, ni ellos mismos tienen la seguridad de salir indemnes.

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Detallada la situación, es posible entender mejor lo sucedido el lunes en el Congreso de los Diputados y que ya comentábamos el otro día en este artículo “… conminándoles a que [Puigdemont y a Comín] antes de tomar posesión, recojan el acta en España. Un requisito que, al parecer, no se aplica en ningún otro estado miembro, pero que hará que difícilmente el President Puigdemont y Toni Comín puedan convertirse en eurodiputados. Para el bueno de Oriol Junqueras, que también ha salido elegido, la “trampa” utilizada es la misma por la que ha sido suspendido como Diputado en el Congreso. Como está en prisión preventiva y debe ir a tomar posesión a Bruselas, una vez recogida el acta en el Congreso, se le niega la salida y santas pascuas.” Con la particularidad de que a Oriol Junqueras, ni siquiera le han dejado recoger el acta porque entonces ya no habría ninguna duda de que goza de inmunidad parlamentaria.

El Régimen del 78 se está jugando todo en esta partida contra Cataluña. Por eso es importante que tomemos partido a favor de los presos políticos. Lo que está en juego no es baladí. Nos estamos jugando el futuro democrático de este país. Con o sin Catalunya. Hemos podido asistir a las innumerables irregularidades de un juicio por Rebelión que, según la mayor parte de los juristas, no debiera siquiera haberse producido. Al menos en el Tribunal Supremo y por un delito que, como digo, estos juristas dicen que es inexistente.

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Hemos visto la indecencia de saltarse la Jerarquía Normativa (la Constitución por encima de cualquier ley) para suspender de su escaño a cuatro diputados y un senador elegidos libremente por el pueblo. Hemos sufrido lo que el Profesor de Derecho Constitucional y ex-letrado del Tribunal Constitucional, Joaquín Urías, ha denominado como “astracanada, una evidente violación de los derechos a la participación política y la tutela judicial. [El Tribunal Supremo] lo autoriza [a Oriol Junqueras] a tomar posesión como diputado español pero no como europeo. La razón no es jurídica, sino de conveniencia y denota un prejuicio” al impedir a Oriol Junqueras salir de la cárcel, (prisión preventiva y sin sentencia) para recoger su acta de Eurodiputado, dejándonos a todos sus votantes compuestos y sin representación.

Este Régimen, quizá por estar herido de muerte o quizá (esto sería mucho peor) por todo lo contrario, porque se ve tan fuerte que se la bufa todo, está convirtiendo la cotidianidad democrática en una coyuntura totalitaria donde no se respetan los derechos y el Poder Judicial actúa como una tercera cámara que impide la acción política y la representación democrática. Todos los días nos desayunamos con titulares de procesos por corrupción en los que los máximos responsables ni siquiera son encausados. Con demasiada frecuencia tenemos que inquietarnos porque cualquiera de las fuerzas de Seguridad del estado acude con uniforme y en representación del cuerpo a una misa y procesión en una romería, como ha sucedido hace unos días en el Rocío, (imagínense ustedes que los profesores de un instituto decidieran ir en horario de clase y con todos sus alumnos al Viñarock a disfrutar del heavy metal y que para “ambientarse” bebieran calimotxo y se fumaran unos porritos con los alumnos). Y para colmo, debemos sufrir los arrebatos nacionalistas chabacanos como que el Ministerio de Exteriores, dirigido por un tahúr de la política llamado Borrell, convoque una jura de bandera española en Schleswig-Holstein, donde un tribunal exculpó a Puigdemont. Cada día suceden respuestas que son propias del franquismo, lo que supone un claro síntoma de lo que pretende el Régimen del 78. Todo lo que no huela a rancio, no es bienvenido y será castigado con el máximo despecho.

Si te crees a salvo porque tú no eres político, ni catalán, y porque no te metes en política, léete de nuevo el poema de Martin Niemöller y repasa la historia de España. Las cunetas están llenas de cadáveres de hombres y mujeres que no tenían nada que temer. Salud, feminismo, república y más escuelas, públicas y laicas.

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