sábado, 20 de abril del 2024

Gracias, Carrizosa, por defender la libertad para hablar en la lengua que «nos da la gana»

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Beatriz Talegón
Beatriz Talegón
(Madrid, 5-5-1983) Licenciada en Derecho por la UAH, estudios en economía del desarrollo por la LSE en Pekin. Analista política. Ex Secretaria General de la Unión Internacional de Jóvenes Socialistas Actualmente colabora como analista política en distintos medios de comunicación (prensa escrita, radio y televisión).
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El pasado sábado participé en el programa Preguntas Frecuentes, FAQS, de TV3.

Fue un programa, en mi opinión, lleno de cuestiones interesantes. Comenzamos entrevistando a Marta Vilalta, de ERC, a Elsa Artadi, de JXCAT, y en tercer lugar, a Carlos Carrizosa, de Ciudadanos.

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Las tres personas entrevistadas personalmente me suscitaban mucho interés: Marta y Elsa por la importancia de la situación actual, la conformación de Govern, las dificultades para que sus formaciones lleguen a acuerdos y las perspectivas que quedan a partir de los dos meses que se inicia mañana en la no investidura (parte dos) de Pere Aragonés.

El tercer invitado me parecía interesante por poder comentar con él la situación de su formación: los resultados electorales que les han hecho desangrarse en votos, tanto en el Congreso de los Diputados de España (donde pasaron de 57 a 10 escaños), como en el Parlament, donde pasaron de 36 a 6. Además, la situación generada por la moción de censura «fallida» en Murcia y la estampida de muchos de sus diputados y cargos en distintos territorios, era un tema que me parecía interesante abordar.

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La sorpresa (no tanta) me llegó cuando escuché la manera tan especial de Carrizosa de analizar la realidad. Su realidad. Según él el batacazo electoral de las últimas catalanas se debía a que sus votantes decidieron «no ir a votar». No es que eligieran otras formaciones, es que «por la razón que sea» (sobre todo se apuntaba al COVID) no acudieron a las urnas. Cero análisis en clave política, algo que yo pensaba que un político sería capaz de hacer.

Cero autocrítica. Nada. Ni rastro. Los malos, para Ciudadanos, siempre son los demás. Ellos nunca se equivocan, y desde luego que no cabe pensar que quizás la estrategia de «montar el pollo» haya dejado de funcionarles.

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Cuando le dije esto de «montar el pollo» a Carrizosa le hizo gracia, pero al tiempo también se molestó. Pretendió «atacarme» diciendo que yo había ido de suplente en una lista electoral (refiriéndose a cuando ocupé el lugar de Clara Ponsatí durante dos semanas para poder garantizar su lugar mientras se resolvía la pugna con la Junta Electoral). Pretendía desprestigiarme por ello, como si fuera algo de lo que yo tuviera que avergonzarme: todo lo contrario, para mí es un hecho que, siendo consciente de las tonterías que algunos dirían, era importante. Apoyar a una formación que defiende el derecho a decidir de manera democrática y pacífica, no es algo por lo que deba arrepentirme. Y además, siempre dije que ocupaba el lugar de Clara para asegurarle su sitio, no había en mi ningún interés de ir en listas, ni de salir elegida, ni de nada por el estilo. Me presenté, para no presentarme. Es complicado explicarle esto a alguien que no sepa lo que está pasando en Cataluña.

Y precisamente, Carrizosa dijo esto mismo: que yo no tengo ni idea de lo que pasa en Cataluña. Que el que monta el «Pollazo» (un lapsus lingüe que sirvió para arrancar a todos una carcajada, y también relajar el ambiente), es Puigdemont «dando un golpe de Estado». Una afirmación que evidencia que quien no se entera de lo que está sucediendo, probablemente sea Carrizosa, ya que hasta el propio Tribunal Supremo ha dejado claro que lo que sucedió el 1 de octubre no fue un «Golpe de Estado».

Quizás por todo esto, por esta dificultad que parece tener Carrizosa para analizar desde una perspectiva política la realidad, no entiendan el significado de los votos y por qué la gente les ha dado la espalda de manera contundente. Quizás.

Y no me esperaba lo que sucedería después, ese salto tan abrupto cuando me dió por preguntarle en mi más que básico catalán. Quise preguntarle por qué durante todo el programa no había dicho una sola palabra en catalán, algo que me sorprendió porque él ha nacido en Cataluña, él llegó a la política hablando en Catalán (sus primeros discursos en el Parlament eran muchos en catalán), pero sin embargo, de un tiempo a esta parte, tanto él como su formación, evitan usar esta lengua. Su discurso, el de Ciudadanos, se ha radicalizado sobre la cuestión lingüística, haciendo de la lengua catalana un elemento de confrontación: han intentado politizar el catalán dando a entender que quien habla esta lengua es independentista. Por eso podría ser que eviten usarla en público.

Yo tenía esta sospecha, y me lancé a preguntarle en catalán por qué no lo hablaba, a pesar de estar entre personas catalanoparlantes. Su agresividad como respuesta, su ataque contra mi, y su intento de ridiculizar mi tan evidente mal pronunciado catalán, me dejó sorprendida.

«Porque yo hablo lo que me da la gana». Pensaba Carrizosa que su respuesta me dejaba a mí en evidencia. Sin darse cuenta de que, sin saberlo, en su respuesta conseguí que dijera algo impensable: claro que sí, señor Carrizosa, usted puede y debe hablar lo que le de la gana. Con perfecta libertad. Porque así sucede en Cataluña. El problema es que son los de su propia formación los que se pasan el día diciendo que la realidad es otra, que a quien quiere hablar en castellano no le dejan, que se impone el catalán. ¿Se da usted cuenta de que nadie le impuso ninguna lengua, por ejemplo en el programa del sábado? ¿Se da usted cuenta de que usted puede hablar como le plazca, como hacemos todos, y que lo mejor del asunto es que nos entendemos perfectamente? (me refiero al entendimiento de los idiomas, no de los contenidos). Precisamente porque usted, señor Carrizosa, hizo esa declaración de libertad tan maravillosa, dejó en evidencia que en Cataluña, en esa Tv3 que tanto odian, usted es absolutamente libre de hablar en la lengua que le dé la gana. Como pasa en todas partes. Y sí, fui yo, una castellana castellanoparlante, que entiende casi perfectamente la lengua catalana aunque la habla malamente, la que se lo tuvo que «sacar». Porque si la misma pregunta que yo le hice se la hubiera hecho un catalanoparlante, usted les habría acusado de nacionalismo y supremacismo…. cuando no es verdad.

Sí, señor Carrizosa, usted habla la lengua que le da la gana. Como debe ser. Como hizo Elsa Artadi (a la que usted se refirió) y como hizo Marta Vilalta, como hicimos todos en el programa, yo incluída. A pesar de que usted diga que no me entero de nada en Cataluña, precisamente lo que yo he vivido ha sido siempre un absoluto y máximo respeto por la lengua en la que cada uno ha querido hablar en todas las circunstancias que he estado. El único problema con la lengua ha provenido siempre de ustedes, de la derecha que parece tener problema con el uso del catalán como lengua. Por eso le agradezco que haya izado la bandera del «hablar lo que le dé la gana» a cada uno. Como tiene que ser.

Espero sinceramente que su deber como parlamentario sea el de velar porque todo el mundo hable la lengua que quiera. Lo hizo muy bien al reivindicar la libertad de todo el mundo en Cataluña para hablar la lengua que mejor le parezca en cada circunstancia. Ahora solamente le toca aplicarlo en sus políticas y dejar de perseguir el conocimiento de la lengua catalana y su uso. Ya verá como a todo el mundo le parece fenomenal.

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