viernes, 26 de abril del 2024

La hipocresia de occidente: Putin no debe ganar pero Zelensky tampoco puede hacerlo

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Josep Herrera
Josep Herrera
Periodista Journalist Press                                                                                                                                                                             diariolasrepublicas@gmail.com
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La nefasta hipocresia de occidente en la guerra entre Rusia y Ucrania se manifiesta cada vez más. Hay mantener la tensión para que el negocio prospere. Las empresas de armamento, la logística, etc. Ya recuperará occidente lo puesto cuando se reconstruya Ucrania. En la primera fase de la guerra, los rusos llegaron a las afueras de Kyiv y Ucrania parecía un desastre. Mal cliente.

Nadie lo duda seriamente en occidente, la estrategia de Estados Unidos con el conflicto en Ucrania es la misma que ha emprendido desde la Segunda Guerra Mundial para mantener su hegemonía: acelerar su economía con la venta de armas, fortalecer su presencia en el mercado energético y legitimar a un presidente cuyo nivel de aprobación estaba por los suelos en Europa y la propia Casa Blanca por juguetear con la ultraderecha.

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En la fase dos, solo cuatro semanas después, la víctima estaba en racha, recuperando unos miles de asentamientos mientras diezmaba a un enemigo superado que luchaba lejos de casa. Ahora el tercer acto, que se abrió con una milagrosa victoria ucraniana que expulsó a los rusos de Kherson, un premio estratégico de primer orden en el sur. Pero el escenario puede oscurecerse pronto.

Los ucranianos continúan dominando de alguna manera moralmente el campo de batalla gracias a una motivación superior y a las inyecciones masivas de efectivo y armas occidentales tal como reconoció el New York Times. Están luchando por sobrevivir, mientras que los rusos están huyendo por cientos de miles para escapar del reclutamiento.

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El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, se enfrenta ahora a una amenaza que siempre estuvo al acecho en el fondo. Viene de sus amigos ‘interesados’ de Occidente. En noviembre, como ya contamos, el asesor de seguridad nacional de Joe Biden, Jake Sullivan , se reunió con su homólogo ruso para una “conversación confidencial”, que la administración filtró rápidamente como un mensaje a Kiev.

Una bandera de Rusia ondea sobre una destruida Ucrania.

Probablemente discutieron el «compromiso» que Joe Biden abordaría después de la caída de Kherson. Por supuesto, el presidente “no iba a decirles [a los ucranianos] lo que tienen que hacer”. Pero la pista es difícil de pasar por alto. Controlar a un cliente es lo que hacen las grandes potencias para evitar quedar atrapados en un conflicto mortal, en este caso con un adversario ruso muy orgulloso y enojado respaldado por un arsenal excesivo.

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Que si bien es cierto que Vladimir Putin ‘jugueteó’ con «utilizar todo» lo que esté al alcance de rusia y «no ir de farol», otra cosa es desatar las armas nucleares como anunció The Time que nunca fue creíble. No se podía romper el negocio del guerra de esa manera. La prensa de EEUU siguió regando miedo por la utilización de armas tácticas y terminó con un posible duelo estratégico catastrófico nuclear a lo hollywoodiense. Que eso vende mucho más.

Incluso en una era prenuclear, el legendario estratega prusiano Carl von Clausewitz advirtió contra dar “el primer paso sin considerar cuál podría ser el último”. Durante la Crisis de los Misiles en Cuba, John F. Kennedy criticó a Clausewitz: “No es el primer paso lo que me preocupa, pero ambos bandos escalando al cuarto y al quinto, y no vamos al sexto porque no hay nadie alrededor para hacerlo.». Los pardillos como Europa a aguantar, por el bien del negocio.

Occidente no les está haciendo un favor unilateral a los ucranianos al ayudarles a hacer retroceder a Putin en esta ‘guerra de egos’ eslavos, por llamarla de alguna manera. La nación asediada también lucha por un precioso sistema europeo trastornado por el expansionismo ruso. De esta manera Ucrania le está devolviendo el favor a lo grande al desafiar al gran vecino consanguíneo histórico.

El punto no es destronar a Putin, no en esta guerra por lo menos, y si quitarle a Rusia su estatus de potencia como la tenía hasta ahora. Para calmarla y disuadir el aventurerismo bélico a largo plazo. Conceder sus otras conquistas en este tercer acto la envalentonaría. A nivel global, otros revisionistas ambiciosos como China e Irán están observando. Occidente quiere dejar tocada económicamente a Rusia, pero que Ucrania no vaya de nueva rica una vez acabada la guerra…

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