viernes, 19 de abril del 2024

Barcelona, a través de Adolf Florensa

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Gabe Abrahams
Gabe Abrahams
Columnista y analista político en diversos medios digitales.
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Adolf Florensa Ferrer (1889-1968) fue un destacado arquitecto catalán natural de Lérida. La ciudad de Barcelona y su arquitectura le deben mucho, más de lo que uno puede presuponer al escuchar su nombre por primera vez.

En 1914, Adolf Florensa finalizó sus estudios de arquitectura y empezó a dedicarse a la docencia. En 1920, obtuvo una cátedra de Mecánica Racional, siendo además nombrado en 1924 arquitecto municipal del Ayuntamiento de Barcelona.

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Partiendo del Noucentismo, Florensa se decantó por la Escuela de Chicago y la introdujo en España. Esta escuela de arquitectura se fundamentó en un estilo arquitectónico basado en nuevos materiales y técnicas de construcción y en grandes edificios comerciales y rascacielos. Su origen obviamente fue la ciudad de Chicago de comienzos del siglo XX.

Adolf Florensa estuvo al frente de las obras más importantes de la Escuela de Chicago construidas en Barcelona, durante los años veinte del pasado siglo. Aún perduran en la Vía Layetana barcelonesa. He aquí una lista de esas obras situadas en la citada avenida:

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  • número 28 – Inmobiliaria Catalana (1925)
  • número 30 – Casa Cambó (1925)
  • número 31 – Casal del Metge (1932)
  • número 32 – Foment del Treball (1934-1936)
  • número 45 – Casa Artur Suqué (1927)

De entre todas esas obras, la más destacada es la Casa Cambó.

En la misma etapa que realizó sus grandes obras de la Vía Layetana, Adolf Florensa también llevó a cabo restauraciones que merecen ser recordadas. En 1926, junto con Antoni de Falguera y Joaquim Vilaseca, reformó el edificio de la Casa de la Ciudad, sede del ayuntamiento barcelonés. En 1928, llevó a cabo la Reforma de la Capitanía General de Barcelona. En 1929, junto con Félix de Azúa, fue, además, el autor del Palacio de Comunicaciones y Transportes de la Exposicón Internacional de Barcelona.

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La obra de Adolf Florensa no se detuvo en los años treinta con sus últimas obras de la Escuela de Chicago. Por el contrario, Florensa prosiguió su carrera como arquitecto realizando esencialmente restauraciones. En 1940, restauró la Catedral de Vic. Entre 1957 y 1962, restauró el Monasterio de Poblet. Entre 1957 y 1966, restauró las Atarazanas barcelonesas, siendo reconvertidas en un Museo Marítimo. En 1965, restauró la Catedral de Barcelona. Palabras mayores dentro de la arquitectura.

Además de esas obras, Florensa publicó numerosos artículos y libros como L’architecture gothique civile en Catalogne (1935), La calle Montcada (1959), La antigua casa de la ciudad (1960), La Casa de la Ciudad en los tiempos modernos (1960).

Adolf Florensa falleció en Barcelona en 1969, dejando un legado enorme para la posteridad.

En Italia, le reconocieron su labor, otorgándole el título de Caballero de la Orden al Mérito de la República Italiana (1964). En Barcelona, recibió también a título póstumo la Medalla al Mérito Cultural de la Ciudad de Barcelona (1969).

Cuando uno visita Barcelona y pasea por sus calles, tiene mucho que ver. Pero sinceramente Barcelona no se acaba de conocer del todo si uno no recorre la Vía Layetana, fiel reflejo a través de sus edificios de lo que fue la ciudad durante el siglo XX. Recorrer la Vía Layetana supone en cierta forma un regreso a ese siglo. Los edificios imponentes de Adolf Florensa tienen una parte importante de culpa.

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