jueves, 25 de abril del 2024

Democracia sólo hay una

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Ouarzazi Abdel-Wahed
Ouarzazi Abdel-Wahed
Profesor agregado de Economía (Bélgica) Licenciado en Economía y Gestión por la Universidad de Grenoble (Francia) Ex responsable de Educación en Derechos Humanos de Amnistía Internacional Ex miembro de la Comision Políticas Migratorias en representación de la Delegación Provincial de Cultura de Cádiz
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La democracia está siendo cuestionada. Llama mucho la atención que lo sea a diario, un día sí y otro también. Como dice el refrán, cuando el río suena aguas lleva.

Para Sánchez, en España hay “democracia plena”, apelativo otorgado por Democracy Index 2020, según unos criterios que han arrojado una puntuación media de 8.12. Un ranking liderado por Noruega con 9.81. Estos índices se obtienen en base a preguntas simples entorno a: si las elecciones son libres y justas, seguridad de los votantes, influencia de potencias extranjeras y capacidad de implementar programas políticos. Si el promedio se sitúa entre el 8 y el 10 pues la democracia es “plena”, entre 6 y 7.9 corresponde a una democracia “perfecta”. Por debajo, están los regímenes “híbridos” y los “totalitarios”. Demasiadas calificaciones para una sola cosa. Pero, ¿para qué tantos tipos de democracia?

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Lo que sí es cierto, como ya lo había adelantado Platón, es que toda democracia es imperfecta, de hecho, la perfección no existe, pues todo es susceptible de ser mejorado, es la ley de la “racionalidad limitada”. De modo que cuando una democracia hace aguas, se convierte en defectuosa, ya sea plena, perfecta, híbrida o totalitaria. Sin embargo, y a pesar de las imperfecciones, el sistema democrático es el menos malo de todos, como diría Churchill.

Una democracia plena debe respetar plenamente los derechos humanos y garantizar plenamente el ejercicio de los valores de la libertad en todas sus dimensiones, incluida la libertad de expresión y de reunión, sin fisuras. No puede haber ni un sólo individuo o grupo agraviado por ello, como fue el caso de Sócrates, quien probaría la amargura de la cicuta al ser condenado a muerte por la propia democracia.

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La “ley Mordaza” sigue vigente y el Código Penal sin modificar. Una ley contestada, en su momento, tanto por la ONU como por el Consejo de Europa. Se aprobó en contra de todos los partidos de la oposición, de la opinión pública y de la sociedad civil en general. Si el Tribunal de Estrasburgo, en su reciente sentencia de 19/01/2021, vuelve a condenar, por octava vez, a España por no investigar las presuntas torturas, tendríamos que hablar ya de una democracia defectuosa.

España sigue sin solucionar el problema de los delitos de opinión. Un hándicap que ha afectado y afecta a artistas, tuiteros, periodistas o políticos. Hay censados más de 200 casos, entre condenas y acusaciones, por estos delitos. El caso Hasél, que sigue aún efervescente, el de la revista “Mongolia” o el secuestro de la revista “Eljueves”. Es muy llamativo también el espionaje y la persecución de los adversarios políticos por vía de las cloacas del Estado. Otro caso que sobrepasó la incredulidad fue la performance del “Chumino insumiso” al que se le aplicó el artículo 525 de “Ofensas religiosas”. ¿Acaso estos delitos entran dentro de la horquilla del 1.2 que nos falta para alcanzar el pleno al 10?

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Resulta también chocante que Sánchez y, sobre todo la exjuez y exvocal del CGPJ, Robles hablen de democracia plena y se escuden en la Ley franquista 9/1968, de secretos oficiales que sigue vigente en esta “democracia plena” desde hace más de 53 años; la cual contrarrestaría la efectividad de la Ley 19/2013, de 9 de diciembre, de transparencia, acceso a la información pública y buen gobierno.

Hay muchos países que se cuelgan la etiqueta de democráticos y no lo son. Y tampoco hay que tomárselo a mal. Pues nada, ni nadie es perfecto. Sólo hay que esforzarse para legislar dentro de la Carta Universal de Derechos Humanos. La democracia es como el movimiento, se demuestra al andar y es susceptible de ser adaptada a los tiempos y a las generaciones.

Si los ciudadanos experimentan el mínimo retroceso de las libertades y de su pleno ejercicio, no sería posible hablar de ningún tipo de democracia. Y es ahí donde radica su fragilidad. Ya lo dijo Biden, “la democracia es frágil”, en referencia al asalto del Capitolio. Pues se trata de algo que obliga a cuidar todos los días, 7/7, y a todas horas, 24/24.

Democracia sólo hay una, o sea to be or not to be, esa es la cuestión.

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