sábado, 20 de abril del 2024

La unidad no es unidad si no es colaborativa

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En política los «gestos» se dan con frecuencia. Pero lo que cuentan son los actos, las actitudes. Todo el mundo tiene derecho a rectificar; es más: siempre que la rectificación sea para ayudar, para mejorar, para cambiar actitudes erróneas, la rectificación es positiva. Necesaria. Pero antes que nada tiene que ser sincera y aportar la reparación que la anterior actitud haya malogrado.

Nada de esto se da, que se vea, en la aparente rectificación lanzada hace poco por el grupo capitaneado por Teresa Rodríguez. Cuando después de tres años aún no se ha dignado responder a la primera propuesta de creación de un auténtico bloque andaluz y andalucista, en defensa de los derechos del pueblo andaluz, dónde tuvieran cabida todas las opciones que sincera, pacífica y realmente defiendan los derechos de los andaluces, un bloque amplio, con capacidad para presentarse a unas elecciones con suficientes probabilidades reales de obtener una representatividad capaz de aportar soluciones; cuando después de tres años se sigue sin hacer caso alguno a esa propuesta, cuando con posterioridad los acuerdos efectuados con entidades de carácter andalucista se han limitado a aquellas formaciones que han servido para darle «color», pero sin resaltar por sí mismas, sino sólo en aquello que la formación auto considerada «superior» ha tenido a bien permitir, porque lo que se ha buscado no ha sido sumar fuerzas, sino sumar nombres a un proyecto liderado por y para el apoyo y el lucimiento personal a la misma opción, cuando todo esto ocurre no se está en condiciones de plantear nuevos acuerdos, en tanto en cuanto nazcan con el mismo vicio.

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Después de negarse a participar con otros grupos, como se ha visto con reiteración en los días 4 de diciembre y 28 de febrero, en que quienes ahora se las dan de promotores de unidad han hecho concentraciones paralelas para no participar directamente en las manifestaciones, sus propuestas pierden credibilidad. Ahora, Teresa Rodríquez lanza una tercera marca. Se ve que de Márketing está más informada que de autenticidad política (y habría que ver si sabe que el márketing va mucho más allá de dibujar macetas). Andalucía necesita del apoyo de todas las fuerzas políticas, sociales y sindicales que estén por su liberación. Por la recuperación de su arte, su cultura, su historia. Y ¿cómo no? principalmente de su economía. Sin protagonismos, sin dirigismos, sin socios de primera y de segunda. Sin acaparamiento de posibles cargos, mejor dicho, de puestos en las listas por uno de los grupos, el que a sí se considera «principal». Sin representación proporcional no hay democracia. Y sin democracia real no hay unidad sincera. No es lícito llamar a los demás a sumarse al apoyo a una opción ya decidida. Sólo un acuerdo común con todas las entidades interesadas alrededor de una mesa, puede aportar a un proyecto la credibilidad necesaria.

No es digno que cuando Teresa Rodríguez y su grupo de «anticapis» le «ven las orejas al lobo», acudan a pedir socorro a los demás, disfrazándolo de una unidad que no es unidad porque no es colaborativa, porque siguen considerándose con derecho a elegir quien puede y quien no puede formar parte de ese falso bloque. Porque siguen persiguiendo un apoyo de los demás a un proyecto previamente liderado. Nunca hemos  cuestionado el liderazgo de Teresa Rodríguez. Pero después de la política desarrollada en los últimos años, en que ha luchado por ese liderazgo antes que por la unidad de los andaluces en un proyecto común y habiendo sido los primeros que le ofrecimos nuestra colaboración desinteresada, tenemos el deber de manifestar que sólo un acuerdo realmente democrático, de abajo arriba y no al revés, puede aportar la fuerza que Andalucía necesita.

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