- Publicidad -
Este fin de semana The Economist hablaba de la política española como «venenosa». Hoy es Bloomer quien nos cuenta que la Señora Merkel está preocupada por la toxicidad de nuestros políticos.
Parece que esto ya es un secreto a voces, que no es una percepción que tengamos nosotros sólos, sino que desde fuera debe ser que la cosa es ya descarada.
Para la canciller alemana España supone un problema en Europa en estos momentos, y según hemos podido saber, el análisis de los funcionarios alemanes pone el foco en, digámoslo de una manera más de estar por casa, en los mimbres que tenemos. Con esto no podemos hacer cestos, como se dice en Castilla.
Y claro, llega una situación como la de la pandemia, y se produce un caos monumental.
No es España el único país donde esto se nos va de las manos, evidentemente. De hecho, en París hoy mismo han declarado estado de alerta ante el aumento de contagios. En Bélgica parece que tampoco pinta bien la situación. Pero lo cierto es que España sigue en cabeza -para mal- y eso, a pesar de haber tomado medidas muy contundentes en su momento que le permitieron controlar la dichosa curva.
¿Qué problema tenemos? Pues que quizás el tinglado que tenemos ahora montado no se habría producido si no se hubiera actuado en verano como si aquí no pasase nada. A nadie se le escapa que había que activar la economía cuando se vaticinaba una auténtica hecatombe en el sector del turismo, uno de los principales. Y en opinión de muchos, se quiso correr demasiado para tratar de salvar algunos muebles, algo que ha supuesto una puesta en peligro de la salud de la población. A la vista está el ritmo que llevamos de contagios y de muertes.
Por si esto fuera poco, el abrir las puertas y actuar como si no pasara casi nada, debemos añadir la falta absoluta de preparación y de medidas ante lo que se sabía que pasaría: porque sabían que de cara al invierno volveríamos a tener problemas en nuestro sistema sanitario, tan debilitado y tan machacado.
Pero lejos de contratar personal, de ponerse las pilas con todo lo que hacía falta, se ha actuado con una falta de celo inaudita. Vaya, que nos quedan muy lejos los Chinos montando aquellos mega hospitales específicos para el COVID-19. Aquí, se habilitan algunas carpas cuando la cosa se va de madre, o se prepara IFEMA. Pero con la calma. Como han hecho con las medidas en Educación: más de lo mismo. Esperar a finales de agosto para empezar a tomar algún tipo de decisión que después han sido consideradas absolutamente insuficientes es otra barbaridad.
Y mientras tanto, en lugar de haber un clima de colaboración y de cooperación, hemos visto situaciones realmente esperpénticas: denunciar las medidas de protección ante los jueces, como si se establecieran por fastidiar. La derecha de todos los colores poniendo palos en las ruedas, obstaculizando cualquier medida, confundiendo a través de los medios de comunicación (que ojo, también, el daño que están haciendo en todo lo que tenemos aquí montado).
No me extraña que Merkel esté hasta el gorro. Alemania es el país de la UE que más dinero va a aportar para poder ayudar a los demás en la lucha contra el COVID-19. Es comprensible que viendo lo que ve aquí nos tenga que dar un toque de atención.
Muchos no saben dónde se han invertido los millones que nos dieron para ayudar en Sanidad, por ejemplo. A la vista está.
Por cierto, que Merkel considera que tenemos que hacérnoslo mirar: concretamente lo del rey y Cataluña. No está mal que «la jefa» de Europa lo diga, después del cínico papel de las instituciones europeas que se empeñan en repetir que esto es un tema interno de España, cuando en realidad afecta a toda Europa.
