viernes, 26 de abril del 2024

Un monstruo aún peor que el COVID-19 está propagándose según los expertos

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Beatriz Talegón
Beatriz Talegón
(Madrid, 5-5-1983) Licenciada en Derecho por la UAH, estudios en economía del desarrollo por la LSE en Pekin. Analista política. Ex Secretaria General de la Unión Internacional de Jóvenes Socialistas Actualmente colabora como analista política en distintos medios de comunicación (prensa escrita, radio y televisión).
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Ahora que solamente hablamos de COVID-19 parece que las demás enfermedades no existen. Pero no es  cierto, pues siguen ahí, y de hecho algunas, debido a la situación generada por esta pandemia, han ganado fuerza.
El New York Times nos alertaba hoy de las declaraciones de Pedro L. Alonso, director del programa mundial sobre Paludismo de la OMS: «La COVID-19 amenaza con arruinar todos nuestros esfuerzos y devolvernos al punto en que estábamos hace 20 años». Y lo dice refiriéndose a la tuberculosis, que es la enfermedad infecciosa más mortal del mundo, que cada año acaba con la vida de un millón y medio de personas. Sus «aliados mortales» son el SIDA, y el paludismo.
Hasta este año, estaban ausentes, pero ahora, a medida que la pandemia de COVID-19 se extiende por todo el mundo, han vuelto.
Los tratamientos médicos que necesitan estos pacientes se han visto interrumpidos en muchos casos debido al confinamiento. Además, el cierre de fronteras tampoco ha facilitado la llegada de los medicamentos que precisan. El 80% de los programas para atender estas enfermedades habrían sido suspendidos, según indica el NYT, y según ha señalado ONU SIDA, una de cada cuatro personas que vive con VIH ha tenido problemas para acceder a los medicamentos que necesita.
Por ejemplo: en Rusia, las clínicas que se dedicaban específicamente a tratar a pacientes de VIH ahora se dedican a hacer pruebas PCR por COVID-19.
Según este estudio (http://www.stoptb.org/assets/documents/news/Modeling%20Report_1%20May%202020_FINAL.pdf) , un confinamiento de tres meses de duración podría tener el efecto del aumento de 6,3 millones de casos de tuberculosis y 1,4 millones de muertes.
En el caso del Sida, interrumpir el tratamiento durante seis meses puede conllevar 500.000 muertes adicionales. Y en el caso de paludismo podría llegarse a las 770.000.
Para que esto no ocurra, indica el NYT que el Fondo Mundial ha calculado como necesarios 28.500 millones de dólares. Una cantidad que parece poco probable que vaya a destinarse a tal fin.
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