Como hemos dicho los servicios de información interna de los ejércitos nacieron con el objetivo de detectar amenazas potenciales a la institución dentro de sus propias filas, el problema aparece cuando el alto mando decide que las amenazas a la institución son precisamente las que se producen a su persona y sus leales, con independencia de si realmente lo son para la institución.
Esta es la conclusión a la que se llega después de ver la radicalmente diferente forma de actuar dependiendo de si las actuaciones que se deben tomar son contra alguien de los intocables del MINISDEF o por el contrario contra una ficha sacrificable.
Así tenemos el caso del cabo 1º J.S.S., quien después de estar casi un año informando al Servicio de Información Interna del Ejército del Aire de lo que realmente estaba ocurriendo en el Aeródromo Militar de Santiago, información que apuntaba directamente al Coronel Jefe como máximo responsable de infinidad de irregularidades y posibles delitos, cuando dicho cabo 1º empezó a referir que estaba sufriendo el acoso de dicho coronel y varios suboficiales afines a él, la respuesta del Servicio de Información Interna fue que ellos no podían hacer nada, que sólo podían informar al mando.
Y efectivamente así hicieron, el problema es que el mando se encargó de poner al día de todo al nuevo Jefe de la Unidad, en especial de quienes eran los militares que estaban alzando la voz para hacer público lo que allí estaba pasando, y este a su llegada continuó el acoso de su antecesor dirigiendo su acción directa precisamente a estos.
Sin embargo en el caso del cabo J.L.E., un militar conocido por su actividad en defensa de los militares de tropa como miembro de la asociación “45 sin despidos”, autor de algunos artículos de periódico en los que sacaba a la luz esas irregularidades que con tanto tesón el mando trata de ocultar, en clara contraposición con el caso anterior fue el propio Servicio de Información Interna, en este caso del Ejército de Tierra, el que dio el parte por falta grave que origino el inició de un expediente sancionador.
A la vista de estos hechos vemos que el mando ha corrompido la misión del Servicio de Información Interna dedicándolo a un cometido más orientado en la línea de la Gestapo de las Schutzataffel (SS alemanas).
“Detección de potenciales enemigos del mando, neutralización del cualquier oposición y vigilancia del compromiso de los subordinados con los intereses del mando”.
Esto no quiere decir que el personal que está ubicado dentro de estas secciones no crea en lo necesario de su misión, que lo es, ni en el fin que se persigue con este, que es proteger a la institución, lo cual es un noble fin. Lo que estamos diciendo es que el trabajo producido por un montón de buenos profesionales es corrompido por el mando al disfrazar de protección a la institución su propia protección personal y la de su círculo de confianza.
Así según a quien señale la responsabilidad de las averiguaciones realizadas por estos servicios, su actuación difiere como la noche y el día, como hemos visto en los dos casos de los que ya hemos hablado.
