miércoles, 24 de abril del 2024

Pablo Iglesias, hay «tablas» que pueden valer un gobierno

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En ausencia de libertad, lo cómodo es no dudar. Por eso, me he planteado estos artículos para la sección “Aquí hay tema”, de Las Repúblicas, como una especie de trinchera particular en defensa de la libertad desde la duda. Y tal como nace, es decir, desnuda.

Superada la fase municipal, nos sigue maltratando el enigma Gobierno central. Lógico en un país mucho más centralista de lo poco que lo disimula.

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De momento, sigo sin sumarme al grupo de supersticiosos que han decidido dejar de surfear secando el mar o, lo que es lo mismo, sentenciando que el número 123 aplicado a los diputados de un partido en el Congreso está condenado al fracaso. Solo porque haya ocurrido una vez.

Hay dos preguntas, una lógica y otra morbosa, pero que todavía no tocan.

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¿Será Sánchez capaz de romper el maleficio y formará alguna clase de gobierno?

Respuesta lógica: Si, lo hizo con 84. Pero “la tentación vive arriba”.

¿Le carcome a Sánchez el deseo de unas nuevas elecciones culpando a todos los demás de bloquear, y conseguir así 137 diputados, o más? Como no va a mejorar a Rajoy quien supo sacarlo del Gobierno.

Según Ábalos puede que sí, según Calvo, seguro que no.

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Pornografía política aparte, la duda que sí toca hoy, y que nos lo enseña todo porque tampoco lleva ropa interior, dice lo siguiente:

¿Está Pablo Iglesias condicionando en serio el apoyo de Unidas Podemos a que Sánchez le garantice a él, personalmente, un ministerio? 

Y aún más, ¿pretende Iglesias blindar su liderazgo, que no atraviesa su mejor momento en Podemos, con un ministerio?

Incluso, de los contactos entre ambos, ¿podría el presidente en funciones decir un día, sin querer o queriendo, que Iglesias le intentó poner esa condición “personal”? Si lo hace, seguro que ocurrirá cuando peor le siente al de Podemos.

Entonces es cuando me tropiezo con la entrevista que apareció el 16 de junio en El País. Corto y pego esta pregunta/respuesta:

Pregunta. “¿Qué lecciones ha aprendido de 2016, cuando pidió ser vicepresidente y el CNI?”

Respuesta. “Nosotros jamás pedimos el CNI. Pero tanto el PSOE como nosotros hemos aprendido de los errores de 2016. Esa experiencia nos ha marcado a Sánchez y a mí”.

Solo le preguntan a él, pero Iglesias se considera con autoridad suficiente para responder en nombre del PSOE y del propio Sánchez.

¿Es que el líder de Podemos no sabe que el líder del PSOE va a leer con lupa su entrevista? ¿Acaso no sabe tener compasión ni cuando le conviene?

¿Es que tampoco sabe que esa entrevista la van a leer los barones del PSOE, y se la van a escupir a Sánchez cada vez que parezca que cede un solo milímetro ante Iglesias?

¿O quizás piensa Pablo que lo que más le favorece es que los dirigentes del PSOE le odien personalmente, cuanto más mejor?

Leo lo que escribo dejándome llevar y me pregunto si es normal. Me responderé a mí mismo, también sin tapujos.

Si hay alguna posibilidad de que Unidas Podemos entre en el gobierno, Pablo Iglesias en persona debería jugar a la carta de la duda existencial. Esto también se llama reconocer un error con nombre y apellidos cuando se produce el fracaso. No puede ser que se sienta tan poco libre de sí mismo como para no dudar jamás de sus propios actos. 

Podría conceder otra entrevista y pactar con el periodista una pregunta parecida. Pero su respuesta sería más precisa.

Respuesta imaginaria. “No debería haber confiado en las encuestas en un contexto de inestabilidad política. Y quizás Podemos hubiera sido el partido más beneficiado en caso de permitir la investidura de Sánchez en 2016. El PSOE se habría achicharrado. Es lo que yo debería haber propuesto ante la consulta que hicimos a los inscritos. O, como mínimo, haberme callado para evitar influir en un asunto tan delicado, para muchos de conciencia”.

Hola Pablo

No deberías elegir parecerte a Susana Díaz, que arrastra su fracaso por no haber dimitido y puesto su futuro político, sin condiciones, a disposición de Sánchez al día siguiente de perder las primarias del PSOE en 2017.

Otra cosa. Los barones más adversarios de Sánchez no han sido derrotados en sus territorios el 28 de mayo. Eso significa que, aunque se atreviera, Pedro no compondrá ningún gobierno que parezca, ni bicéfalo, ni tampoco una jaula de grillos.

En cambio, sí me recuerdas a Felipe González. Derrotado ante Suárez en 1979. Acto seguido, rebeldías internas, dimisión, regreso y mayoría absoluta en 1982. De acuerdo que la mitad de aquel éxito se la debe a un golpe de estado de los de verdad, pero fallido. Tampoco es que la situación actual sea, precisamente, de calma chicha.

Superado el bipartidismo y en crisis el Estado de las Autonomías, las tres últimas elecciones generales han demostrado que, mientras España siga sometida a la Monarquía restaurada por Franco, la izquierda que quiere que se mantenga el mapa presente no tendrá fácil conseguir la mayoría absoluta. Por suerte, tampoco podrá la derecha que, más o menos franquista toda ella, quiere lo mismo para el mapa.

Siempre he valorado la valiente posición política de Podemos con el tema del derecho a decidir. Por eso mismo, no he podido entender que Podemos haya dejado a los independentistas catalanes el monopolio de la palabra “republica”, como si no te pareciera conveniente para España.

Pero eso ya no tiene arreglo. Aquí y ahora, solo la lucha de los catalanes, y su éxito en Europa, podría conseguir que Felipe VI se diera cuenta que él es el único que sobra y termine entregando las llaves de La Zarzuela. Quizás esta posibilidad pueda madurar durante la presente legislatura. Siempre que la movida republicana acelere su progreso en toda España y pueda asustar al PSOE… y a Unidas Podemos.

Por tanto, gobernar va a ser agotador y muy frustrante. Creo que tú, en particular, te deberías reservar.

Si, creo que debes dejar esta primera línea de hoy, tan abrasadora. Tu capacidad de análisis puede ser mucho más valiosa para Unidas Podemos desde la distancia que proporciona la libertad de dudar.

Pablo, no nos conocemos, pero aún recuerdo aquel tweet, dirigido a los tuyos, que escribiste hace más de dos años sobre un artículo mío en el que llamé la atención sobre el asunto Casandra. Me parece obligado seguirte diciendo lo que pienso.

Postdata. Lo prometí en la primera entrega de esta sección, publicada el 5 de junio, pero lo incumplo a la primera de cambio. Tengo que dejar para la próxima el seguimiento de las preguntas y respuestas planteadas.

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