El periodismo en libertad es, sin duda alguna, el pilar más eficaz contra la dictadura y la corrupción. El llamado “cuarto poder” por tanto, debiera tener, tiene la responsabilidad de hacer llegar a la sociedad de la que emana y pertenece, todo aquello que en ella ocurre de forma clara e independiente. De esta responsabilidad emana su poder. Más en un Estado, como es el español, ocupado en mantener su unidad en base al enfrentamiento de los territorios que la componen en la actualidad, y desinformando a consciencia, a través de una verdadera caterva de informadores mediocres vendidos al mismo.
Por ello, hoy más que nunca, el compromiso de la prensa libre debe basar su acción lejos del servilismo al poder. Informar de aquello que se intenta desinformar, y alejarse de la tentación de la parcialidad, por muy cercana que se pueda estar, en ocasiones, de las tesis que puedan defender unos u otros. Más en el actual momento cultural, social, económico o político, en el que la sociedad civil intenta conseguir, por vías democráticas, los cambios constitucionales necesarios para el pleno desarrollo democrático, en el que la prensa debe estar en vanguardia.
Romper las barreras de la censura camuflada, romper el aislacionismo territorial impuesto por un sistema centralista, es la base del desarrollo democrático. Informar, desde el reconocimiento, desde la aceptación de una realidad plurinacional y pluricultural, es informar desde la realidad a la totalidad de la sociedad, y por tanto cumplir con la obligación, con la regla número uno de la prensa: la verdad.
Es por todo ello, que la información desde el intercambio territorial, se convierte en herramienta activa democrática. De ahí nace el compromiso de la información. Romper el centralismo informativo, es romper con el apagón democrático en que vivimos hoy y con el régimen establecido. Visualizar la solidaridad entre pueblos, la cooperación política entre los mismos, y derribar las mentiras del unionismo centralista, es el modo que tenemos de poner nuestro humilde grano de arena en este esfuerzo colectivo interterritorial, como base del desarrollo democrático, y por tanto con el derecho de los pueblos a decidir su futuro en paz y libertad.
