jueves, 25 de abril del 2024

Sólo el 3% de las personas entrevistadas por el CIS ven la independencia de Catalunya como el principal problema de España

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Xosé Mexuto
Xosé Mexuto
Periodista
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La caverna política y mediática pinta el tenebroso retrato de una sociedad española obsesionada por el problema catalán. A ojos de la reacción, la independencia de Catalunya es el mayor trastorno de un país idílico que, si no fuese por el espectro del soberanismo, apenas tendría motivos de preocupación, España en el mejor de los mundos posibles. Esa caverna es la que convoca el prietas las filas —el 155 eterno en la versión de PP y Cs, la suspensión de la autonomía en el formato Vox— contra las pérfidas fuerzas independentistas. Esa caverna es la que presenta iniciativas en el Congreso para que el Gobierno Sánchez renuncie a indultar a unos presos políticos que aún no han sido juzgados.

Pues bien, las fuerzas reaccionarias viven en un mundo que no existe en la realidad sociológica, o al menos eso es lo que se desprende con claridad del último trabajo del CIS, el barómetro correspondiente al mes de febrero que ha sido hecho público este jueves 28F.

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De acuerdo con el trabajo del instituto demoscópico público —3.000 entrevistas hechas entre el 1 y el 10 de febrero— sólo el 3 por ciento de las personas encuestadas considera que la hipotética independencia de Catalunya constituye el principal problema que existe en el estado español.

Es una cifra ligeramente superior a la que se registró en el mes de enero (2,4 por ciento), mas inferior a la de los estudios de diciembre (3,1 por ciento) y noviembre (3,3 por ciento).

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Si no es Catalunya, entonces cuál es la principal preocupación de las ciudadanas y los ciudadanos del estado? Pues, como en toda la serie histórica del CIS, el paro. 39,1 por ciento de las personas entrevistadas lo consideran el problema número uno de la sociedad.

O sea, la variable paro multiplica por trece la variable independencia de Catalunya como principal problema, lo que contrasta poderosamente con el espacio que uno y otro asunto tienen en los medios de comunicación de masas, y no sólo durante el proceso al procés que desde el día 12 de febrero se está verificando en la sala penal del Tribunal Supremo.

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En realidad, las personas entrevistadas por el CIS tienen que enunciar aquellos que consideran los tres primeros problemas de España. Si sumamos el epígrafe “primer problema” a los rotulados como “segundo problema” y “tercer problema” veremos que la independencia de Catalunya preocuparía entonces al 7,1 por ciento de las ciudadanas y ciudadanos (3 por ciento primer problema, 2,3 segundo, 1,8 tercero). Si hacemos la misma operación con el paro, el resultado sería el 60,5 por ciento (39,1 primer problema, 15,7 segundo y 5,8 tercero).

Esto siempre ha sido así?

No realmente. En los días de octubre de 2017, después del referendo del 1-0, la encuesta del CIS (hecha entre los días 2 y 11) colocaba “la independencia de Catalunya” con el 29 por ciento, como el segundo problema del país, con el paro como indiscutible preocupación número 1, en cabeza del ranking con un escalofriante 66,2 por ciento.

A partir de ese momento, la cuesta abajo fue imparable. En febrero de 2018, la eventual independencia del Principat ya sólo inquietaba al 11,3 por ciento de las personas entrevistadas y, conforme el recuerdo del referendo se iba diluyendo en la memoria, la preocupación social por la aparición de un estado catalán comenzaba a ceder espacio a otros fenómenos de mayor envergadura, como la corrupción y el fraude (en este último CIS, principal quebradero de cabeza para el 9,3 por ciento de la población); o los políticas y la política en general (según esta misma encuesta, una grave inquietud para el 15,1 por ciento).

La conclusión es evidente: la sociedad española, salvo en momentos de gran agitación, no está especialmente preocupada por la independencia de Catalunya, vista como un asunto muy menor en comparación con los asuntos económicos, sobre todo con el desempleo.

Habrá quien argumente que lo que ocurre es que la independencia de Catalunya no preocupa porque no se ve verosímil, pero este argumento flaquea cuando se pone en relación con recientes encuestas (las de La Vanguardia y El Periódico de Catalunya) en que se ha puesto de manifiesto que la mayoría de la opinión pública española es partidaria de resolver este conflicto político por la vía del diálogo y la negociación.

No preocupa la independencia en exceso (ni siquiera durante los días de octubre de 2017 preocupaba  a más de un tercio de la opinión pública española) y el diálogo es la solución favorita de la gente (otra cosa es el contenido que se le pueda dar a ese diálogo).

Esos son los alentadores trazos que caracterizan a la sociedad española respecto de la cuestión catalana según el instituto demoscópico público.

El debate mediático y político, sobre todo azuzado desde la derecha unionista, va, en cambio, por otro lado.

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