viernes, 19 de abril del 2024

Con un par …

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            ¡Que sí, hombre! Que la bizarría y valeroso valor del Imperio requiere tenerlos bien puestos. Ya “La Codorniz” (la revista más audaz para el lector más inteligente) regaló risas con el comestible gallináceo, pero se refirió a Colón y su atribuida leyenda de sostener huevos de pie. Como si eso fuera una proeza. Pero a “La Codorniz” cada secuestro le hacía aumentar lectores. Son las cosas que los totalitarios no ven. Se dedican a promocionar revistas críticas, con la misma facilidad con que crean indepes. Y luego se enfadan y lo quieren arreglar a garrotazos como si estuviéramos en la Edad de piedra. Pues parece que sí, que algunos todavía no se han movido. Ni han entendido el significado de la palabra “evolución”. ¡Qué tarea!

            Pero esto de los genitales, quizá tenga su aquel; verán: ¿Es posible imaginar un eunuco en las duchas? Con lo amante de sus atributos que es el hispánico ser, las risas podrían herir la sensibilidad del castrado (y dicho esto sin segunda, que hay que andar con mucho cuidado). Pues, eso. Otra: ahora los milicos no visten de cualquier forma, que su ropa es más bien ajustadita, para lucir escultura. Ya ven: habría que ver, en tan bizarro y viril ambiente, la diferencia de protuberancias en las masculinas entrepiernas. Que no hay derecho, tú, las comparaciones son odiosas. Y algunas, más. Que no todo el BOE va a ser motivo de hilaridad. Hay que ser serios, e ir a la guerra sin atributos es como ir sin cetme ¿todavía existe eso? Bueno, pues sin tanque. O con balas fláccidas, como las del Forges, o cañones sin agujero, como los de Gila. Que no. Que la guerra es una cosa muy seria y hay que ir de cuerpo entero. Por si se vuelve de cuerpo presente.

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            A lo mejor (a lo mejor) la falta de un dedo del pie podría ralentizar la carrera del soldado (o la soldada, no se me enfaden mis féminas), aunque eso se arregla con entrenamientos, igual que hay nadadores mancos (y nadadoras mancas). O la miopía puede hacer creer que el enemigo está más cerca, y endiñarle al de al lado. O la deformación del dedo índice de la mano derecha podría desviar el recorrido balístico. No crean, es deber de responsabilidad cuidarlo. Con que los americanos se equivoquen con su “fuego amigo” ya tenemos más que de sobra. Aquí es necesario ir a lo práctico y sólo un hombre entero es un hombre entero. Y sólo una mujer entera es una mujer entera. ¿Nos enteramos? Aunque lo que falte no sea el dedo, ni del pie ni de la mano, ni la vista, hay que tener buena vista y velar por la integridad corpórea, con más motivo de órganos vitales, de los que tan frecuente referencia y presunción se hace. A pesar de que a un eunuco jamás le pueden hacer daño en ese sitio, ni las agenesias afectan una milésima a la vista, al oído, al dedo índice o a los pies, se trata de cuidar la apariencia física e integral, eso es muy importante. Más aún. Vamos a ver, no es para bromas: los maoríes hacen demostraciones de fuerza pectoral, pedial y sonora, todo para amedrentar al enemigo. Los maoríes nos quedan muy lejos, pero acojonan… Y aquí ¿Con qué vamos a amedrentar? ¿Con los tanques solamente? ¿Con una flota de aviones? Hará falta algo más, porque tanques y aviones tiene todo el mundo. Hace falta eso: el específico y característico elemento del ibérico carácter. Lo que se pone sobre la mesa (de forma figurada, menos mal), cuando hay que imponer algo. Y ahora ¿qué? ¿Tienen razón al incluir esas normas entre las necesarias para formar parte del rígido reglamento militar? No cantemos victoria todavía, porque el eunuco no puede presumir, pero tampoco se le pueden encoger. En él, la carencia se ha hecho ventaja. No, no, sin excusas ni pretextos: la bizarría es la bizarría y un ejército es un ejército. ¡A ver qué va a ser esto!

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