sábado, 20 de abril del 2024

Doñana, equilibrio vital de Europa y África

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            Ciertas voces de finales de los 60 y principios de los 70 (“las personas son más importantes que los pajaritos”), eran exabruptos dichos con la intención de confundir y hacer creer que Doñana era el principal enemigo de la agricultura y de las poblaciones de su entorno: Almonte, Aznalcázar, Bollullos del Condado, Bonares, Hinojos, Isla Mayor, La Puebla del Río, Las Cabezas de San Juan, Lebrija, Lucena del Puerto, Palos de la Frontera, Pilas, Rociana del Condado, Sanlúcar de Barrameda, Villamanrique de la Condesa.

            La importancia vital de Doñana, que su descubridor, José Antonio Valverde pudo intuir, se fue conociendo a medida que se conocía mejor la zona. Y se fue divulgando a medida que las amenazas se cernían sobre el espacio natural (hoy no cabe duda alguna) más importante de Europa. Más de trescientas especies de aves invernan y anidan en el Espacio Natural. Esas aves, que contribuyen al equilibrio ecológico de Europa y África, vuelan en invierno desde todos los puntos de Europa al sur de África, en busca del verano. En un viaje tan largo necesitan un espacio dónde descansar, tomar fuerzas y anidar. Ese espacio son La laguna de Zóñar, en la penibética, cerca de Cabra, la de Fuente de Piedra, junto a la localidad del mismo nombre y otras menores, y podría serlo, también, el Área endorreica de Lantejuela, situado en términos de esta población, Osuna, Écija, Marchena y La Puebla de Cazalla, si el Gobierno no lo hubiera desecado a mediados del siglo XX, con la falsa intención de ganar espacio cultivable, ignorantes, al parecer, de que al quitarle el agua, la tierra se vuelve árida y produce menos aunque la extensión sea mayor.

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El núcleo principal, el que acoge a la inmensa mayoría de estas aves migratorias, es Doñana, el mayor humedal de la zona cálida de Europa. Sin catastrofismos: lo catastrófico sería la pérdida de este enclave; en las lagunas menores citadas no podrían refugiarse ni anidar todas. Sin el espacio natural de Doñana, no podrían resistir el largo viaje. Tampoco resistirían mamíferos, anfibios ni peces: Europa y África perderían su fauna avícola y el sur de la península ibérica las tres. Puede suponerse el drama: rotura de la cadena trófica, destrucción de la cadena alimenticia, con la pérdida de especies depredadoras y la sobrepoblación de las que se son depredadas por estas.

Las frías cifras   Calificación:                         Parque Nacional (1969) y Parque Natural (1989)                                    Patrimonio de la Humanidad (UNESCO, 1980)                                    Reserva de la Biosfera                                    Incluido en 1982 en la Lista de Humedales del Convenio de Ramsar Extensión actual:    108.086 Ha. Parque Nacional:      54.251 Ha. Parque Natural:         53,835 Ha. Hay proyecto (paralizado) de ampliarlo en     30.000 Ha. Administración:       Parque Nacional: Gobierno del Estado                                    Parque Natural: Junta de Andalucía  

Los espacios de Doñana

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            Doñana, nombre debido a Doña Ana de Silva y Mendoza, Duquesa consorte de Medina-Sidonia, es un espacio natural formado sobre el lecho del lago Ligustinus, que llegaba hasta la actual Sevilla, ciudad que nació en una isla dentro del propio lago. Rellenado y desecado en parte por las avenidas del río y las arenas transportadas por el viento desde el Desierto del Sáhara, su carácter árido le hacía inhábil para el cultivo. Y se mantuvo, primero como zona abandonada, en la Edad Media convertido en coto de caza, dentro de los territorios del Condado de Niebla, título correspondiente al Ducado de Medina-Sidonia. El único camino interior existente hasta hace relativamente pocos años, era el trazado por los duques para acudir, desde Sanlúcar de Barrameda, a su Palacio en el Coto.

            El espacio natural es un ecosistema completo, formado a su vez por tres espacios, tres ecosistemas: el matorral es una zona de bosque bajo, situada en dirección nor-noreste, poblada fundamentalmente por arbustos. Es el hábitat de casi todas las especies de mamíferos. La marisma ocupa la mayor parte del Parque y en ella anidan especialmente las aves que la comparten con reptiles, igual que la anterior. Por último, las dunas; las únicas dunas vivas de Europa, ayudan al control de la vegetación y aportan agua dulce. Avanzan a una velocidad menor de un metro al siglo. En su avance entierran el bosque de pinos, que se renueva, pues vuelve a nacer cuando la duna ha pasado, gracias a las semillas: las piñas y piñones que quedan enterradas

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Por nuestras espátulas, salvemos Doñana

            Como “Coto de Doñana” se le conoció hasta final de los 70, a pesar de la declaración anterior de Parque Nacional. Y es que, en realidad, el Parque Nacional en la práctica seguía siendo un coto de caza, pues el terreno, cedido por el Duque al Marqués de Tarifa, había sido troceada y vendida por este a varios empresarios de la zona de Jerez y de Euskadi. Esto planteó la necesidad de hacerse con alguna finca, desde dónde poder establecer un centro de investigación.

            La adquisición del primer espacio para investigación corrió a cargo del filántropo italiano “Leo Biaggi”. Compró la finca situada al norte, que hoy lleva su nombre. Poco después se compró otra, dedicada a Reserva Biológica, esta situada al sur, en paralelo con la línea de costa, linda con las dunas y la carretera de la urbanización Matalascañas. La compra pudo hacerse gracias a una suscripción mundial, que respondió muy bien en Europa del norte. En Suecia, los escolares recogían donaciones, con el lema “por nuestras espátulas: salvemos Doñana”, escrito en su ropa “de trabajo”. Todavía no se había tomado conciencia de la importancia de Andalucía, al menos en el reino de España. Todavía el ecologismo provocaba burlas en mucha gente y escepticismo en otras muchas. Pero ya en el norte de Europa se dieron cuenta que la supervivencia de sus aves, y en particular de sus espátulas, dependía de la pervivencia de Doñana.

            La declaración de Parque Nacional sólo fue efectiva cuando todas las fincas situadas dentro de sus límites, pasaron a la Administración del Estado.

La vida está en el agua

            No fue un trabajo fácil. Fueron precisos estudios, escritos, firmas, manifestaciones y hasta convencer al director del único programa televisivo de entonces sobre la naturaleza, que dejó por un día sus viajes a tierras desconocidas, para dedicarse al espacio natural más importante de Europa y el que más peligro corría en el mundo, peligro hoy compartido con la Amazonia y los bosques de Borneo.

            El agua es imprescindible para la vida; la naturaleza vive gracias al agua, el ser humano necesita el agua para subsistir, más que la comida. Y la comida no es posible sin agua. Es algo que parece olvidado continuamente. Y, al tiempo que el Instituto para la conservación de la naturaleza (ICONA) hacía dejación de sus funciones, el Instituto de Reforma y Desarrollo Agrario (IRYDA) abría pozos en las inmediaciones para alimentar nuevos regadíos que empezaban a desecar el Parque. Una desecación rematada de forma inexplicable por el Gobierno del PP, bajo cuya gestión se han canalizado todos los caños, arroyos, brazos, todos los cauces que formaban la maravillosa visión, el paisaje fractal que ya hay que ver en fotografías. Hoy, esa profusión de caños y marismas, que como venas entrecruzadas hacían de Doñana un espacio vivo, ha quedado reducido a sequedad, con desvíos, canalizaciones y grandes estaciones de bombeo para arrojar el agua directamente al mar.

            Inaudito. Inexplicable. No hay adjetivos para definir el misterioso motivo por el que el gobierno, al agua extraída de los pozos, ha sumado la criminal acción de retirarle el agua superficial. Los pozos en realidad, en su mayoría, no se llevan el agua del Parque. No pueden, porque la capa freática inmediata que mantiene en él la vida, es pequeña, aunque también alimenta esos caños y marismas hoy desecados, con lo que ahora la humedad depende sólo de las lluvias. Pero debajo de ese manantial hay otros dos, mucho más voluminosos, sobre todo el tercero. La segundaEl manantial intermedio es de agua salada, por lo que no se puede tocar. La perforación llega hasta ela t tercerao, el más profundo, procedente de las Sierras de Aracena y de El Pedroso. En teoría, eso no daña al ecosistema. Pero las capas de tierra y grava que separan entre sí los tres manantiales, son de tierra de aluvión, arrastrada por el Guadalquivir y, de arena, transportada desde el Sáhara por el viento. La falta de agua en la tercera capa, la más profunda, la formación de una burbuja de aire, puede provocar un hundimiento que uniría el agua de las tres, con lo cual todo se hundiría. Ese Esa sería la muerte irremediable del Parque. Se sabe, pero no se tiene en cuenta. Miles de pozos legales e ilegales sacan agua diariamente -algunos de la capa freática superficial, a fin de acortar la profundidad de los pozos, para regar cultivos rentables que hasta hace poco eran desconocidos en toda la comarca.

            Al Parque, para vivir, le bastaba el agua superficial que le han quitado. Un hundimiento en el techo de la bolsa de agua profunda supondría su desaparición, porque uniría las tres, y el agua salada acabaría con la vegetación y con la vida animal. Se sabe, pero no se tiene en cuenta. O sí, habría que saber por qué, para qué se ha canalizado toda el agua superficial para arrojarla sin más, al mar.

Gas, oleoductos

            No es el mayor peligro para el Parque, sólo uno de los mayores. Ese gran agujero que están construyendo lentamente con la extracción de agua del subsuelo, puede ser provocado en minutos por un accidente, por un mal cálculo, por un movimiento sísmico de baja potencia provocado por la excavación. O por un atentado, que nada puede dejarse a la casualidad ni a la improvisación. En caso de conflicto, la posibilidad de un ataque a una instalación gasística situada a kilómetros de las zonas habitadas más cercanas, no es para ser ignorado, por desgracia.

            La intención de una empresa gasística, una de las poderosas del IBEX 35, fue aprovechar el gas natural del subsuelo de Doñana -otra extracción, otro hueco idóneo para provocar un desastre-, construir un macro depósito y volverlo a inyectar al que se sumará el traído de Argelia y de otros lugares. Andalucía, como de costumbre, de almacén logístico de armamento y residuos peligrosos. No sólo se autorizó por el Gobierno de Mariano Rajoy, sino que le otorgó una generosa subvención de seis mil millones a la empresa. Y se burló la potestad de los ayuntamientos, al plantear el proyecto como si fueran cuatro obras, para hacerla sin necesidad de autorizaciones de los municipios afectados. El Fiscal de Medio Ambiente de Andalucía, aseguraba por escrito a la “Coordinadora Doñana Live”, no observar comportamiento delictivo en la concesión de licencia de obra sin la intervención municipal. “Casualmente”, los ayuntamientos eran quienes podían haberse negado a otorgarla, pero para algo habían sido “hábilmente” apartados. Ignorados. “Ninguneados” dicen los “moelnos” reformadores del idioma.

            Las protestas organizadas por la Coordinadora, encabezada por “Averroes Estudio Andalusi” y la Asamblea Nacional Andaluza, y otras organizaciones sociales, provocaron la intervención de la Junta de Andalucía, que denunció la obra y consiguió su paralización cautelar. Pero el partido que lo hizo ya no está en la Junta. Ahora la rigen, precisamente, aquellos que actuaron en connivencia con la empresa gasista. Hay motivos para sentir miedo, por lo que “Doñana Live” se está preparando para presionar al Gobierno andaluz.

Una forma de vida

            A la población humana de las marismas, que abarca los quince municipios circundantes, con especial relevancia en Almonte, Aznalcázar, Bonares, Hinojos, Isla Mayor, La Puebla del Río y Villamanrique de la Condesa se ha llevado a cambiar su forma habitual de vida. Las familias que vivían en el espacio de la marisma, se mantenían en gran medida de los recursos que la misma marisma ofrece, pero sin violentarla. Se cazaba ocasionalmente para comer, no por placer ni para comerciar. Se sembraba lo necesario para el sustento. Y el aprovechamiento del pino piñonero, el fruto para alimentación y la madera de los árboles quemados por la arena de las dunas, destinada a calefacción y otros usos, podrían haber llegado a constituir una industria de gran importancia que habría aportado riqueza a las poblaciones del sector. No se trata de que fuera la única fuente de ingresos, sí que podría haber disminuido considerablemente la necesidad de poner en marcha cultivos que llegan hasta la misma linde del Parque Nacional y consumen su agua. A nadie se le ocurriría montar una siderurgia o una petrolera en el interior de una selva. Salvando las distancias, algo similar se ha hecho en la marisma andaluza.

Una carretera a ninguna parte

            El gobierno de Juan Manuel Moreno ha amenazado con retomar la construcción de la carretera llamada “Cádiz-Huelva”, una petición formulada hace años por algunos organismos del régimen anterior, entre ellos uno llamado “Consejo económico sindical comarcal de Sanlúcar de Barrameda”, del Consejo Regulador de Jerez, cuando lo presidía Antonio Barbadillo y algunos colectivos de la ciudad de Huelva, entre ellos la sección local del entonces Partido Socialista Popular. De estos grupos y personas, unos cedieron y otros comprendieron la inconveniencia de esa construcción, por dos razones principales: el daño irreversible que se haría al espacio natural, y la inutilidad de una carretera que, en realidad, no acorta ni la distancia ni el tiempo de viaje entre las dos capitales.

            En primer lugar, el recorrido sugerido por el nombre es falso: no llegaría a Cádiz, sino a Sanlúcar de Barrameda, desde dónde enlazaría a la Bahía pasando por Jerez, o por El Puerto de Santa María, siempre por las carreteras actuales. En segundo lugar, como se ha dicho, no puede acortar distancias porque no se puede hacer un puente en Bonanza, sino sólo aguas arriba, ni se puede construir un túnel por la naturaleza del terreno. El cruce del Guadalquivir en barcaza, sumaría un tiempo total muy superior al actual. Si se construyera un puente a diez kilómetros de la desembocadura, como mínimo, esos veinte kilómetros harían el recorrido más largo también que el actual. Y el costo de un puente colgante de más de cinco kilómetros de longitud, no justifica el posible tráfico máximo. La campaña que se hizo para reclamar esa carretera plantea serias dudas sobre que su interés no sea la comunicación entre las ciudades de Huelva y Cádiz, sino la puramente especulativa. Abrir la posibilidad de llevar la urbanización de la costa hasta la punta de Malandar, en la desembocadura del Guadalquivir, dónde se había proyectado la construcción de chalet, con una densidad declarada de dos metros cúbicos por metro cuadrado. Si existen otras razones, ni se han reconocido ni pueden ofrecer más que dudas y recelo.

Frente a esa opción, retomada por el Gobierno de Moreno, según ya han anunciado, sólo útil para la especulación y la destrucción de Doñana, aunque se protegiera con una valla en toda su extensión, pues frenaría las dunas móviles, se planteó una alternativa: la propuesta “para el pueblo, carretera por los pueblos”: mejorar la comunicación entre los pueblos, en un arco, desde San Juan del Puerto hasta Sanlúcar de Barrameda, con ramal a Jerez, que pasaría por Niebla, Bonares, Rociana del Condado, Bollullos del Condado-Almonte, Hinojos, Pilas, Aznalcázar, Los Palacios, Las Cabezas de San Juan, Lebrija, Trebujena y Sanlúcar-Jerez. Este recorrido resulta mucho más corto que el de la costa y además es útil, porque no sólo comunica dos capitales, sino todas las poblaciones que se encuentra en el camino entre ambas.

Una visita cultural a Doñana

Desde Sanlúcar de Barrameda hay un hermoso viaje en barco hasta el interior del Parque. Desde el resto de lugares del entorno, el viaje es igualmente interesante en coche o autobús. Vehículos especializados llevan al visitante a través del Parque. Pero Doñana no es un zoológico; no es fácil ver linces, por ejemplo, animales tímidos temerosos -con razón- del ser humano. El mejor modo, el más práctico e ilustrativo para conocer su flora y fauna, es en alguno de los centros de Acogida: El Acebuche, el Acebrón, Las Rocinas, Juan Antonio Valverde y otros, situados en las inmediaciones del Parque Nacional, dentro del Parque Natural. La naturaleza es generosa en estos espacios naturales. El arroyo de La Rocina, por ejemplo, frente al Rocío, es un pequeño ecosistema del máximo interés cultural y ecológico. La Laguna del Rocío, dónde pastan caballos salvajes, es un espectáculo visual inigualable, o la “saca de las yeguas”, que se lleva a cabo cada año desde Almonte, una plástica obra de arte.

Patrimonio en peligro

            Se han enumerado sólo los peligros más graves que acechan al espacio natural y, con él, directamente a la vida en una amplia zona, que abarcan a más de media Andalucía, la actual provincia administrativa de Badajoz y casi todo el sur de Portugal. Y a medio y largo plazo amenaza la subsistencia en Europa y África, al romper la cadena de la alimentación, con la desaparición de unas quinientas especies animales y vegetales. Lo de Doñana no es una broma, ni se parece a “jugar con los pajaritos”. La UNESCO está preocupada, igual que los conservacionistas andaluces de diversas asociaciones e independientes. La World Wildlife Fund, Doñana Viva, Club de Doñana, Salvemos Doñana, especialistas, científicos, partidos, sindicatos, asociaciones conservacionistas y sociales, gente comprometida y consciente parece insuficiente cuando la autoridad (in)competente actúa “a su manera”, en la creencia de que siguen teniendo a su disposición el “Coto de Doñana”, espacio ideal para pasar unos días de asueto con cargo al presupuesto general del Estado. Doñana no es eso. Es un lugar único en el mundo, del que depende la vida en Europa y África.

            Las aves que cada año migran de norte a sur y vuelta, anidan, transportan semillas, limpian los lugares por dónde pasan de insectos molestos, como mosquitos, entre otros. Las aves necesitan agua limpia, en cambio los mosquitos se reproducen en las ciénagas, en charcas en estado de putrefacción. Las aves nos mantienen libres de los molestos transmisores de enfermedades peligrosas. Tanto aves como mamíferos, reptiles y anfibios, forman el ciclo de la vida, en el que todos los seres vivos son necesarios. Y para todos es imprescindible el agua. Es fácil imaginar, más fácil aún sentir miedo al imaginarlo, la posibilidad de un desastre por un descuido, un accidente… o porque continúe la equívoca política e sobreutilizar los recursos naturales, en especial los acuíferos, que mantienen viva Doñana y, con ella, a más de trescientas especies cuya desaparición significaría el mayor desastre para toda Europa y África.

¿Qué futuro nos espera?

Todavía es posible disfrutar el espectáculo de los gigantescos alcornoques cerca de la Estación biológica de Doñana, cargados con miles, millones más bien de aves, que anidan en sus amas. Un espectáculo único de día, a la luz del sol y a la coloreada por el Astro de la mañana y la tarde. Todavía es posible conocer las únicas dunas móviles que quedan en Europa, hasta que el Ayuntamiento de Almonte consiguiera materializar su proyecto de llevar la urbanización turística de Matalascañas hasta la Punta de Malandar, frente a Bonanza y Bajoguía, en Sanlúcar de Barrameda.

No es catastrofismo. Es para pensárselo.

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