viernes, 26 de abril del 2024

Feijóo echa mano de Otegi y Maduro para desviar la atención sobre su alianza con Vox

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Xosé Mexuto
Xosé Mexuto
Periodista
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Si tú me acusas de desfilar del ganchete con Vox en la Plaza Colón, no hay problema: yo te echo en cara tu acuerdo electoral con Otegi para las europeas o tu defensa de Nicolás Maduro. Con esa línea argumental Feijóo lidió con la oposición de En Marea y BNG en el primer pleno del Parlamento autonómico después de su participación en la manifestación españolista del domingo 10F, el mismo día en que miles de personas marcharon por las calles de Compostela contra la política en materia de sanidad del gobierno gallego.

«Ir en coalición con los herederos de Herri Batasuna y con los independentistas catalanes es su tarjeta de presentación. La mía es la defensa de la Constitución y del estatuto», le dijo Feijóo a Ana Pontón, la líder del BNG, en la question time de los miércores en el Pazo do Hórreo. Nada nuevo bajo el sol: Feijóo juega siempre al contra-ataque, hasta el punto de que a veces cuesta verlo en el papel de jefe del ejecutivo; lo suyo es más bien el trabajo propio del típico diputado marrullero y bronco, estilo Rafael Hernando, tan característico de la derecha cuando habita en la oposición.

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Le había preguntado Ana Pontón sobre qué piensa hacer para solucionar los graves problemas de la sanidad pública gallega. La portavoz nacionalista le hizo dos propuestas concretas: el cese del conselleiro y una inyección presupuestaria, 200 millones de euros, en atención primaria. Feijóo hizo oídos sordos. No perdió ni un segundo en rechazar las iniciativas de Pontón. Mantiene su confianza en Vázquez Almuíña, pese al nulo crédito que la gestión del conselleiro tiene entre los profesionales de la sanidad pública, y se limitó a reeditar por enésima vez el conocido ejercicio de confrontar sus cifras con las de la oposición. Las estadísticas del gobierno están en las antípodas de los números de la oposición, y viceversa. Donde Feijóo ve un incremento del 10 por ciento en el presupuesto para la atención primaria, Pontón encuentra un agujero de 180 millones con respecto a las cuentas manejadas por la administración durante el gobierno bipartito (2005-2009).

Exploró un registro más conciliador Xoaquín Fernández Leiceaga, el portavoz del PSdeG en la cámara. Es claro que en materia de autogobierno PSdeG y PP están bastante más próximos que conservadores y nacionalistas. Leiceaga, además, nunca pierde la oportunidad de declarar su lealtad al marco de la Constitución de 1978. «No defendemos que la descentralización sea siempre la solución. A veces sí, a veces no», llegó a decir.

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Pero ni siquiera parece verosímil el acuerdo con un PSdeG que ofreció a todos los grupos pactar unha agenda del autogobierno no divisiva -o sea, que integre también al soberanismo- pero que, he aquí la cuadratura del círculo, se inserte en el marco conceptual de la Constitución y el Estatuto. Leiceaga volvió a poner sobre la mesa la transferencia de tráfico. Como respuesta obtuvo un gélido silencio por parte de Feijóo, preocupado exclusivamente por conseguir el traspaso de la AP9. El debate con el portavoz socialista fue bastante ilustrativo de que el presidente de la Xunta ha decretado la suspensión del supuesto giro autonomista que el pasado 23 de enero llevó a las bancadas del PP a apoyar una iniciativa del BNG para que el techo competencial de Galiza se eleve hasta el punto de igualar los de Euskadi y Catalunya. Como mucho está dispuesto a que se consuma la transferencia de la AP9 -con una revisión del acuerdo adoptado por el gobierno central con la concesionaria para engordar los peajes un 1 por ciento acumulativo durante los próximos 20 años-. Nada más que eso.

En relación a En Marea, Feijóo gastó su consabido desdén con Luís Villares, el portavoz al que el inquilino de Monte Pío trata con mayor fiereza. El dirigente de la confluencia, muy cuestionado dentro de su casa con un sector crítico situado en la práctica fuera del partido instrumental, reprochó al líder conservador lo poco que le había durado «su traje autonomista» y le dirigió una frase particularmente dura: «No se puede servir a la Falange [organización de la ultraderecha que participó en la concentración de la plaza Colón] y a Galiza al mismo tiempo».

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En su intervención, Villares acuñó el término «decenio negro» para referirse a la década de Feijóo en el gobierno del país. Decenio negro en lo social -con los recortes- y en lo nacional -con cero transferencias en una década de gestión, denunció el portavoz de En Marea, que trató de acorralar al presidente de la Xunta con el argumento de que su partido ha pactado en Andalucía con una fuerza machista, reaccionaria, centralista y que, por tanto, no respetaría la declaración universal de los derechos humanos de Naciones Unidas.

Al ataque Feijóo respondió al más puro estilo Feijóo: «Como un grupo bolivariano, que defiende a Nicolás Maduro, puede venir aquí a hablar de la declaración universal de los derechos humanos?», se preguntó.

O sea, tú pregúntame por Vox que yo te responderé con Nicolás Maduro. Fin del debate.

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