El Alto Representante de la Unión Europea, el socialista catalanofóbico, unionista recalcitrante y fiel servidor del régimen del 78, Josep Borrell, dice ahora que tiene un motivo para no haber replicado al ministro de exteriores ruso, Serguéi Lavrov, cuando este le interpelo sobre Catalunya y la improcedente e injusta situación de los presos políticos del Procès.
Hay que recordar que el infame Borrell hablaba de «injusticia y vulneración de derechos humanos» al pedir a Moscú la libertad del opositor ruso Alexéi Navalni, condenado a tres años y medio de prisión, y el ministro ruso le replicaba con la antidemocrática prisión de los líderes independentistas catalanes, con los que ahora se excusa el socialista español: «No fui a Moscú a hablar del independentismo catalán».
Y no replicó a la humillación de Lavrov, según su poco creíble versión, siguiendo el consejo de sus asesores. «Tengo una capacidad dialéctica reconocida y un carácter poco pacífico, pero mis asesores me dijeron que no contestara… y eso es lo que hice». «Ahora que me he liberado de recibir insultos en el parlamento, [en referencia al Congreso de los Diputados español], no lo haré en Moscú», añadió.
Lo ha afirmado en un acto de Nueva Economía Fórum. Preguntado sobre la decisión del Tribunal Constitucional de Polonia, Borrell ha limitado a defender que «uno de los pilares de la UE es la primacía del derecho comunitario». Poca credibilidad en justicia es lo que atesora Josep Borrell y el Estado español en Europa. Los relatores de la ONU, o los dictámenes de los diferentes tribunales europeos en el exilio de Carles Puigdemont, líder del Procès, así lo indican.
