jueves, 28 de marzo del 2024

El eco de los jarrones chinos

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Mientras durante muchísimos años las mayorías absolutas, determinaban a las militancias al silencio de los corderos, señalados apóstoles que la lideraron, se ponen el castoreño para lanzar la puya a cada nueva acción de los gobernantes cada vez que se le rompe el esquema, que los mantuvieron en el poder hasta perderlo.

Los que echamos los dientes políticos en el PSOE, creímos en lo que ahora parece una impertinencia,  someternos a la disciplina de voto, defendiendo públicamente las resoluciones aprobadas por mayoría. Esto resulta cuasi ridículo en estos tiempo, dónde el ruido externo prevalece sobre el sentido de las organizaciones, pero curiosamente esas obligaciones de lealtad prevalecen en el tejido empresarial y sociedades. Todo sea por respetar nuestro más importante sentido de la libertad, aunque nos juguemos la quiebra de nuestras siglas, ya quedan añejos los criterios de nuestro abuelo Pablo Iglesias, que determinaban la unidad de acción para la defensa de la “O” de nuestras siglas.

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Tampoco hemos construido un red de monasterios para trapenses, y más con personas como Felipe González que desde la primera vez que desparramó su verbo sintieron el clamor entusiasta de las masas, más aquellos que por un minuto de gloria, soplan desde su atril la partitura contraria de la que se toca, por desavenencias pasadas con el director.

Los jarrones chinos y las teteras de porcelana han elevado tanto el tono por los apoyos parlamentarios a los presupuestos, que sus ecos de vuelta los recogen los adversarios, como si alguna vez hubieran tenido respeto a sus criterios, parece mentira que tanto listo quieran prescribir un guión que, desde la crisis de Lehman Brothers y la de la sindemia, ya nada se pueda configurar de la augusta manera que propiciaban aquellas resultados electorales. Así que en los días que vivimos los herederos de la casta, castizos y descastados tenemos que acoplarnos a pesar de los pesares, salvo que algún iluminado convierta el agua en vino, que por lo que parece es más de lo mismo.

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Sería francamente ridículo contestarles con el listado de placebos de la Transición que se han puesto en solfa ahora, pero sobre esas consecuencias se trabaja. Lo que más echo de menos, son dos cosas que entristecen nuestro avance democrático, la primera es que no predominen los números y sus consecuencias sociales en el debate presupuestario, la otra, la falta de disposición de tanto vocalista inoportuno para trabajar junto al gobierno con sus agendas para conseguir los fondos europeos que son nuestra tabla de salvación.

Curro Flores

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