viernes, 29 de marzo del 2024

¿Unidad de acción? ¿Unidad estratégica?

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Beatriz Talegón
Beatriz Talegón
(Madrid, 5-5-1983) Licenciada en Derecho por la UAH, estudios en economía del desarrollo por la LSE en Pekin. Analista política. Ex Secretaria General de la Unión Internacional de Jóvenes Socialistas Actualmente colabora como analista política en distintos medios de comunicación (prensa escrita, radio y televisión).
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Lo que ha sucedido hoy en el Congreso con el «caso Borrás» costaba creerlo, pero ya podíamos esperarlo. La jugada de ERC, CUP y Bildu es difícil de entender si no eres de  ERC, CUP y Bildu. Bueno, y tampoco al cien por cien, porque hay votantes de la CUP que están alucinando, y militantes de ERC que no entienden nada.

A Laura Borrás quieren juzgarla por su gestión al frente del Instituto de las Letras Catalanas. Dicen que durante su dirección se fracturaron contratos para evitar licitación pública. Dicho de otro modo: en la administración, a partir de cierta cantidad, tienes la obligación de hacer un llamamiento público para que varias empresas presenten su proyecto y sea elegido el más conveniente, con proceso público y luz y taquígrafos. Para cantidades menores, «contratos menores», no hace falta ese procedimiento, lo que lo hace más ágil.

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Muchas administraciones locales encontraron la trampa junto a la ley: un contrato grande, dividirlo en «trocitos» más pequeños, que no superasen el límite de la ley establecido, y así poder colarlos a sus colegas como si fueran contratos menores. Esto es una trampa. Evidentemente. Es una irregularidad, pero ojo: delito no es, porque hay que llamar a las cosas por su nombre. En el Ayuntamiento de Madrid, por ejemplo, durante el mandato de Manuela Carmena tuvimos muchos titulares con los contratos menores, sin ir más lejos.

Pero no me quiero despistar del asunto. Porque el tema no es el fondo en esta ocasión. Para hablar del detalle, merece la pena escuchar la entrevista que le hicieron hace unos días al actual director del Instituto de la Lengua Catalana, el Señor Ponsatí. Lo explicó de manera perfectamente comprensible y dejó claro que ni en la gestión de Borrás ni en ninguna otra del ILC se había realizado «fraccionamiento de contratos».

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Bien: tenemos por un lado lo que dicen desde la Institución, por otro lado lo que dicen las auditorías anuales de la Generalitat, y además, los informes del Síndic de Cuentas -que esto merecería unos cuantos artículos especiales-. Para profundizar más, te recomiendo que leas esto que han publicado los compañeros y compañeras de Octuvre 

Hoy era el día de votar en el Congreso de los Diputados si eliminaban la inmunidad de Laura Borrás para que la juzgase el Supremo o si, por el contrario, mantenían su inmunidad. Los partidos estatales han votado a favor de eliminar la inmunidad, era algo que estaba más o menos claro. Sin embargo, «la jugada» del bloque indepe ha sido la sorpresa: ERC, BILDU y CUP se han marchado del hemiciclo.

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O sea: que ni se abstienen, ni votan a favor ni en contra. Ausentes. Con esto saben de sobra que la mayoría de votos iría contra la inmunidad de Borrás. Pero esa no era la cuestión: la cuestión era el mensaje, el por qué, su estrategia.

Y resulta que hacer «pellas» parlamentarias han querido explicarlo del siguiente modo: que no están de acuerdo con la persecución política a Borrás, pero que oye, mira, que igual resulta que es una corrupta y que entonces, tampoco se meten en el tema.

Si votaban a favor de quitarle la inmunidad, era una manera de reconocer que el Supremo podría de nuevo tener en sus manos a una líder política a quien están acusando de cuestiones «cuestionables» y a través de un proceso «más cuestionable todavía». Así que no se le puede la razón al establishment. Tampoco podrían votar a favor de la inmunidad, porque claro de esta manera alguno podría pensar que están cubriendo una «posible corrupción de la derecha catalana». Y como no querían plantearse en ninguna de las opciones, la de la abstención tampoco sería facilmente explicable, han decidido no estar. No estar. Si no se está, pues como si no existiera el asunto. Nadie, se supone, te puede pasar factura por tu responsabilidad política en la decisión.

Y yo me pregunto: si Laura Borrás les parece una posible delincuente heredera del pujolismo convergente, deberían haber votado a favor de retirarle la inmunidad y de que la juzgase el Supremo.

Si no te parece que esté siendo razonable el proceso, que esté vulnerando principios fundamentales y que, en realidad encierra una persecución política, pues votas en contra. Así de sencillo.

Estar en todas partes y en ninguna es la mejor manera de demostrar que nadar y guardar la ropa al mismo tiempo se puede interpretar como un engaño. No hablar claro en política tiene su coste.

Ah, pero es que hay elecciones, claro. Pero es que hay que distanciarse, hay que marcar las líneas, hay que… echar carreras. Y ahí, lo de los principios, lo del juego limpio y la claridad ya queda lejos….

Confundir que se respeten las garantías en un proceso con culpabilizar a Borrás en este caso me parece un error garrafal. Ella misma lo decía: no pedía que nadie pusiera la mano en el fuego por ella, simplemente pedía que no le lanzasen a la hoguera. Pero está visto: ni para defenderse ante las irregularidades y persecuciones son capaces ya de ponerse de acuerdo. Un mal día para Laura, pero también para quienes pensaban que hacer las cosas bien hechas, desde la unidad de acción, sería posible.

 

 

 

 

 

 

 

 

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