sábado, 20 de abril del 2024

Pequeñas recomendaciones para españoles en shock

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Beatriz Talegón
Beatriz Talegón
(Madrid, 5-5-1983) Licenciada en Derecho por la UAH, estudios en economía del desarrollo por la LSE en Pekin. Analista política. Ex Secretaria General de la Unión Internacional de Jóvenes Socialistas Actualmente colabora como analista política en distintos medios de comunicación (prensa escrita, radio y televisión).
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Querido ciudadano español que te encuentras sumido en la incomprensión, quizás sea el momento de compartir contigo alguna que otra cosa que te servirá para comprender lo que está sucediendo en España respecto a Cataluña.

Si tú eres de los que hoy no han podido entender qué hacían los «golpistas» sentados en el Congreso de los Diputados; si eres de los que piensan que algo extraño sucede cuando Carles Puigdemont puede presentarse a las elecciones europeas, porque campa a sus anchas por Europa, estas palabras pueden ayudarte a recorrer un camino necesario para poner fin a tu sufrimiento. Confío en que si has llegado a este punto del texto es porque consideras que eres un demócrata, y que, por tanto, estás dispuesto a escuchar un punto de vista que, posiblemente no te encaje, pero que podrías llegar a sopesar.

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Te invito a hacer un ejercicio. Tranquilo, no pasará nada malo, más bien al contrario. Puede que, si lo intentas, a partir de ahora mires de manera diferente la realidad que –crees– que te rodea. Puede, incluso, que descubras una nueva dimensión que te hará conocer perspectivas inimaginables hasta ahora.

No pretendo convencerte de nada. No pretendo decir que haya una verdad nada más. Cada verdad depende de cómo quieras entender las cosas, de cómo puedas entenderlas y de cómo otros quieren que las entiendas. El contexto, los prejuicios, los intereses y la capacidad de abstracción son importantes. Seguro que siempre falla alguna y por eso hay que tomarse las cosas con una cierta prudencia.

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Los «golpistas» que hoy han tomado posesión de sus escaños lo han hecho porque han sido votados como diputados y como senadores. Por cientos de miles de personas. Y esos votos valen tanto como cualquier otro. Cabría pensar que toda esta gente tiene derecho a que su elección sea respetada. Punto primero.

Pero además, podemos ir más allá. Va siendo hora de que nos planteemos que la información que tenemos responde a unos intereses que, desgraciadamente, no persiguen el objetivo de informarnos sino de crear en nosotros una opinión determinada. Te invito a que pienses sobre la idea que tienes de muchas cosas que no conoces de primera mano: países, personas, productos. Y me aventuro a asegurar que la mayoría de las ideas que crees que son tuyas, en realidad, se han instalado en nuestras cabezas por intereses que desconocemos. Los medios de comunicación de España no son independientes, y según un informe realizado hace unos meses, somos los segundos por la cola en calidad de información en Europa. Alrededor del 80% de la población española no tiene herramientas para discernir entre información falsa e información contrastada. Ese es el nivel que tenemos. Solamente nos gana (para mal) Italia. Algo tendrá que ver que los dueños de algunos de nuestros medios más consumidos vengan de allí…

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En España dejó de ser delito convocar un referéndum que no estuviera autorizado. Fue durante el gobierno de Zapatero cuando salió del Código Penal. Por lo tanto, tenga usted claro que convocar un referéndum no puede castigarse con cárcel. No es delito. Puede ser ilegal al no estar autorizado. Sí. Como es ilegal aparcar donde no está permitido. Pero no vamos a meter a nadie en la cárcel por ello. Puede conllevar una sanción, una inhabilitación. Pero no prisión. Y tenga por seguro que organizar un referéndum jamás puede equipararse con un golpe de Estado, porque para eso hace falta usar violencia: armas, amenazas, agresiones… y de eso no ha habido absolutamente nada de nada. Por mucho que quieran contarle que las abuelas miraban enfadadas y con caras de odio a los policías mientras les abrían la cabeza a porrazos. Eso no es rebelión.

Sepa usted que hasta el año 2015, el Tribunal Constitucional tenía la función de determinar si lo que se le consultaba era constitucional o inconstitucional, sin más. No tenía capacidad de dictar sentencias sancionadoras, ni tampoco ejecutarlas. Fue, precisamente en ese momento cuando se modificó el artículo 92 para permitir que el Tribunal Constitucional hiciera algo que ningún otro Tribunal constitucional hace en ningún lugar del mundo democrático. Y ojo, que avisaron a España desde distintas instancias, incluido el propio Consejo de Estado español, para apuntar que esta modificación de la ley rompía con el principio de separación de poderes.

Básicamente, el TC se arrogó funciones que no le corresponderían en una democracia bien saneada. Hasta una sentencia del propio TC en sus votos particulares así lo consideraba.

Sepa usted que también en el 2015 se creó la Ley de Seguridad Ciudadana, más conocida como Ley Mordaza. El objetivo era trasladar a la vía administrativa cuestiones que antes se trataban por vía penal, lo que suponía que antes regía el principio de presunción de inocencia, y a partir de la aplicación de esta Ley, se invierte la carga de la prueba y el que es denunciado tiene que demostrar su inocencia. También se rompen así algunos de los pilares fundamentales en un Estado Democrático y de Derecho.

Deberíamos tener todos claro que el estatuto de autonomía de Cataluña siguió en su momento todos los requisitos establecidos por la ley para ser aprobado: pasó por el Congreso, pasó por el Senado y fue refrendado por una amplia mayoría social en Cataluña. Recordemos que el Partido Popular puso en marcha una ofensiva contra él, haciéndose servir del Tribunal Constitucional para recortar y denunciar cuestiones que estaban vivas en otros estatutos. Deberíamos saber todos que a día de hoy, Cataluña es la única región a la que se le aplica un estatuto que, tras ser modificado por el TC, no ha sido refrendado por su ciudadanía. Y esto es ilegal. Sepa también que el Gobierno Español tiene una deuda económica con las arcas públicas de Cataluña de varios miles de millones. Es sano conocer la verdad.

Es momento de saber que los «terribles independentistas» han propuesto dialogar con el gobierno de España en más de catorce ocasiones. Que tenían pendiente abordar lo que fue una especie de «golpe de Estado» por parte del TC al cercenar su estatuto, y no ha habido manera posible.

No es cierto que desde la Generalitat se hayan negado a ir a Madrid para dialogar. Todo lo contrario. Lo han propuesto en reiteradas ocasiones, recibiendo desde Moncloa la callada o el no por respuesta.

Sepa usted que lo único que están pretendiendo en Cataluña es saber de alguna manera cuánta gente piensa de una determinada manera y poder tomar decisiones en ese sentido. Sin más. De eso iba el referéndum del 1 de octubre. Créame que esta gente catalana lo que quiere es expresar su opinión, no quieren dar golpes de Estado, no nos odian. Sencillamente están hartos de que no se respeten los criterios de un sistema democrático y fundamentado en la seguridad jurídica. Sepa usted que el independentismo ha crecido mucho, y sobre todo, entre personas que nacieron en Andalucía, en Extremadura, que no tienen apellidos catalanes, que no se sienten distintos a usted o a mí. Sencillamente han entendido que todas las regiones merecen poder gestionarse de manera democrática sin tener que pasar por los intereses de vete tú a saber quién. Y yo estoy muy de acuerdo con ellos. 

En definitiva: puede usted no creer nada de lo que le digo. Pero todo lo que le he escrito es perfectamente comprobable. La lucha que están dando los independentistas catalanes, los independentistas demócratas vascos, los soberanistas, es sencillamente la batalla por tratar de tomar decisiones en sus territorios en base a lo que demanda su ciudadanía.

¿Sabía usted que en Cataluña fueron aprobadas más de veinte leyes que se hicieron para asegurar los intereses de la ciudadanía en diferentes materias como vivienda, igualdad, sanidad, educación, medio ambiente…? Fueron aprobadas de manera democrática y siguiendo todos los pasos legales. ¿Y sabe lo que ocurrió? Que el Tribunal Constitucional apareció para tumbarlas. ¿Recuerda usted lo que sucedió hace no mucho con el Tribunal Supremo y los impuestos que debería pagar la banca? ¿Recuerda que en un primer momento la justicia señaló a los bancos para que se hicieran cargo, con efectos retroactivos de una injusticia que habíamos pagado los ciudadanos y que a las 24 horas cambiaron su criterio debido a las presuntas presiones que recibieron los magistrados desde los poderes fácticos?

Pues básicamente contra eso, a muchos niveles, están luchando los soberanistas catalanes. Créame: no deberían preocuparnos los independentistas. Lo que nos dedeberían preocupar son las razones por las cuales quieren gestionarse de manera autónoma, controlar la recaudación de sus impuestos y realizar las inversiones en base a los criterios que cada territorio determine. No piense usted que esto rompe nada, más bien todo lo contrario. Todos los territorios deberían empezar a preguntarse si no estarían mejor lejos de un sistema que roba al año 90.0000 millones de euros para gastarlos en corrupción. Todos deberíamos plantearnos si las razones de los indepes no son razones compartidas por cualquier persona con dignidad democrática, con sentido de la justicia social y con criterio y ganas de vivir mejor. Y no, esto no va de territorios, aunque lo parezca. Así quieren que usted lo piense. Más bien va de que la población pueda involucrarse en la toma de decisiones a través de nuevas maneras de participar y de controlar a sus gobiernos.

Fundamentalmente deberíamos plantearnos si no deberíamos todos independizarnos de los oscuros poderes fácticos de una vez por todas. De un sistema que mantiene a una monarquía absurda y presuntamente corrupta, evidentemente antidemocrática. ¿Por qué los principales medios no nos han contado que Tejero, el golpista de verdad, actuaba bajo las directrices de la Casa Real? Ya es hora de que dejemos de seguir manteniendo a una familia que nos ha tomado el pelo sistemáticamente y que vive a costa de nuestros impuestos. 

Pensemos si no sería más justo que cada región pudiera gestionarse de manera más autónoma, con mayor transparencia y garantías. Pensemos si un sistema centralista en un Estado tan heterogéneo tiene sentido. Apostemos por la diversidad, mantengamos el respeto a la riqueza que aporta la diferencia y mantengamos asociaciones en lo que resulte beneficioso para las partes. Sin abusos. Sin engaños. Sin trampas.

No sé usted, pero yo estoy cansada de que me tomen el pelo. Le invito a plantearse por un momento que quizás lo que le están contando sea en gran parte mentira. ¿Quién sale beneficiado de este sistema? A la vista está que en España pagan más impuestos los que menos tienen, que la justicia no es igual para todos, y que cada vez más, resulta evidente que aquí hay unos cuantos «listos» que se aprovechan de la gran mayoría.  Piense en los medios de comunicación que usted consume y anímese a descubrir que casi todos ellos están en manos de los mismos. Grupos de poder con intereses económicos que se encargan de mover hilos que no podemos imaginar. Ellos definen cómo debemos pensar. Cómo nos polarizan y a quién debemos amar y odiar. Atrévase a buscar otras fuentes. Pregúntese qué intereses tienen aquéllos en que usted sienta rechazo por una sociedad como la catalana, que por lo general es emprendedora, genera riqueza y sencillamente quiere autogestionarse. ¿No quiere usted lo mismo para su territorio? Yo también preferiría que en mi región pudiéramos hacerlo. Estoy segura de que en la mayoría sucedería igual.

Cuando pensemos sobre todo esto, quizás descubramos que es ese sistema que se beneficia de tanta desinformación, de empobrecernos y de generar miedo, el que se ha encargado de meter en la cárcel, silenciar y perseguir a quienes sencillamente quieren mayor democracia y escapar de las fauces de las cuatrocientas familias que llevan ochenta años colocándose (en todos los sentidos) a nuestra costa. ¿Han devuelto algo de lo que robaron hace ochenta años cuando dieron un golpe de Estado? ¿Han pagado por los crímenes del franquismo? ¿Se ha hecho algo por reparar a las víctimas de aquellas atrocidades? Nada. Silencio y miseria. Nada más.

Si está dispuesto a dudar un poco más de todo, estoy segura de que encontrará a más de una persona encantada de hablar sobre ello. Aquí tiene a una.

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