viernes, 29 de marzo del 2024

La actual izquierda municipal malagueña se descompone ante Podemos cambiar Málaga

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Los síntomas del caos de la izquierda en Málaga más que estar a la vista están surtiendo efecto. Comenzó con la división de Podemos por la aparición del “anticapitalismo” de Teresa Rodríguez, trastocado en “Adelante Andalucía”, un ensayo combatido por sus compañeros. “Picado” por sus propios virus; los de Teresa (como para reconocer el nombre a estas alturas) acompañados, en busca del “pedigree” andalucista por dos formaciones nuevas con escasa fuerza electoral: Izquierda Andalucista y Primavera andaluza; una serie de nombres, siglas, voces pocas veces armonizadas entre sí, no propicias a dar imagen o sensación de unidad. Persiste el gran “vicio hispano”: a la izquierda le cuesta horrores ponerse de acuerdo con quienes comparten ideología. O eso creen. O eso dicen. Desunión con un único beneficiario. Con dos: la derecha reconocida, siempre presta a comulgar con correligionarios, al revés que el “progrerío”, y el PSOE. Cosas veredes.

Ante el movimiento–trasvase de candidatos, se ha desatado el enfrentamiento crítico a que acostumbran los políticos, cuando son los suyos quienes se marchan. Pero en este caso nadie se ha ido “con el cargo a cuestas”, que sería lo criticable. Mensurable es el paso de una ideología a otra, costumbre en la que militan algunos políticos renombrados y respetados, pese a todo. Las miembros de la lista de “Podemos cambiar Málaga”, por el contrario, no han traicionado al partido en que obtuvieron el Acta, pues en él que continúan hasta el final de la legislatura, lo cual es un ejercicio de honradez y fidelidad a las siglas con las que obtuvo el cargo. El “mosqueo”, máxime en un partido que debería estar acostumbrado a dar a luz muchas, demasiadas, siglas, resulta más grave que la marcha de algunos militantes, por más molesto que resulte su cualidad de cargos públicos. En vez de mirar a su propia estructura interna, a su atomización revestida de “diversidad”, mientras en su mayorían niega la diversidad de verdad, la de los pueblos del Estado, han elegido el peor camino: el de «sostenella y no enmendalla».

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Los sondeos desatan los nervios, es normal. Pero sólo son sondeos. Adelante Málaga, más preocupada en mantener cierta coherencia interna dentro de esa amalgama de siglas, tendencias y sensibilidades, ataca a cuanto pudiera hacerle sombra, cuando lo lógico sería poner sobre la mesa propuestas claras y coherentes para la ciudad. Málaga Ahora –rama del mismo tronco– empezó a descomponerse el mismo día que llegó al Ayuntamiento, por falta de cohesión interna y claras diferencias de criterio político entre sus miembros. Todo ello, más una cierta tendencia al “divismo” de algún/a componente, le ha llevado tras continuas tensiones internas, a su descomposición progresiva. En la recta final de las municipales, en descomposición, se encuentran sin apenas capacidad real para mantener representación municipal.

Ante este panorama de la que dice o debería ser la izquierda, la esperanza, el PSOE se mantiene fuerte, pese al escaso peso político de un candidato de perfil bajo. Pero las circunstancias le pueden beneficiar y ampliar su presencia en el Ayuntamiento. Lo más destacable, porque rompe la planicie de la escasez de ideas, ha sido la aparición de Podemos cambiar Málaga, coalición de partidos con una amplia presencia de personas de reconocido prestigio social por su compromiso con los problemas sociales; una lista con la suficiente potencia electoral como para cambiar el actual panorama de la izquierda en el Ayuntamiento de Málaga. Es comprensible que su irrupción haya podido desequilibrar el equilibrio de ambas formaciones, y su respuesta, una verdadera declaración de guerra incluido el intento de desprestigiar a miembros de la candidatura a la que temen. Su anuncio de impugnación, ya aceptada y publicada por la Junta Electoral, es prueba evidente del nerviosismo de Adelante Málaga y Málaga Ahora, ante la capacidad electoral real de Podemos cambiar Málaga.

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Cambiar de partido, en sí mismo, no merece censura. Podría merecerla la forma en que se produjera el cambio como, por ejemplo, dejar el grupo comenzada la legislatura y retener el Acta. Pero este no es el caso. A partir del derecho simple, el mismo que asiste a “Adelante Andalucía”, renombrado a “Unidas Podemos” y aquí “Adelante Málaga” a constituirse en colectivo sin ni siquiera abandonar el partido matriz, como a cualquier otro a constituirse y a los cargos públicos a pasar a otro partido, una vez agotado el período legislativo. En cuanto al nombre, está por ver que pueda ser excluido; en primer lugar porque no hay coincidencia, pues ninguna de las otras dos formaciones utiliza la palabra “podemos”. Segundo, porque el término “Podemos” es un genérico y los genéricos no pueden ser registrados si no es en compañía de otras palabras con las que formaría nombre indivisible. Es el caso de “Unidas podemos”, o el de “Podemos cambiar Málaga”, grupo que en las tres palabras del nombre incluye su objeto: “Cambiar Málaga”. Esto es lo importante para los malagueños. Frente a las críticas vertidas desde cierto periódico tabloide, cualquier grupo político goza de libertad legal para anunciar su deseo de cambiar algo, en este caso una ciudad. Que no se les haya ocurrido antes, es su exclusivo problema. Y, en todo caso, dentro de la lógica de cooperación que debería darse entre grupos de izquierda, podría haber estado la propuesta de pasar a formar parte de esa coalición. Pero después de despreciarla, su despecho sólo es atribuible al miedo, que no tendrían si tuvieran seguridad en sí mismos.

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