jueves, 28 de marzo del 2024

Sobrepasar al nacionalismo

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Pedro I. Altamirano
Pedro I. Altamirano
Editor de Las Republicas y fundador de la Asamblea Nacional Andaluza (ANA)
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SDe tanto maldecir el nacionalismo periférico, de tanto engañar, de tanto oprimir a los pueblos, a las culturas, el verdadero nacionalismo de las Naciones-Estado, ha terminado por quitarse las caretas y mostrar el verdadero rostro del nacionalismo excluyente.

No pretendo dar una lección de historia, que grandes doctores hay para ellos. Sólo intento dar mi opinión sobre el caduco, a la vista está, modelo de Europa que, lejos de ser la solución para los ciudadanos europeos, se ha convertido en el verdadero problema para su modernización, desarrollo y plena integración. Todo ello, por el enquistamiento en el que se mantienen las actuales Naciones-Estado, en contra de una verdadera unidad europea basada en la Europa de las personas, de los pueblos y sus culturas. La mayoría dividida por fronteras nacionales marcadas a base de guerras y continuos genocidios del pueblo europeo, con el sólo objetivo de beneficiar unas economías a costa de otras, mantener Estados corruptos, y monarquías insostenibles.

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Es el momento de recordar que este nacionalismo estatal ha sido el que, sólo en el último siglo, nos ha llevado a dos guerras europeas y mundiales, además del verdadero horror de la antigua Yugoslavia. Es este nacionalismo estatal, el causante del actual colapso del desarrollo europeo. Han terminado por hacer de la actual Unión Europea el problema, en vez de la solución a los problemas.

Por tanto, observar como este nacionalismo estatal denomina y demoniza a los partidos que defienden sus territorios, la cultura y los intereses de sus gentes, desde posturas de una Europa de los pueblos, de las personas, es más que sorprendente. Una muestra del cómo el verdadero nacionalismo destructor de pueblos y culturas, culpa a los demás de su propia decadencia, de su propio fracaso.

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Por tanto, hacer de Europa un espacio de libertad y democracia, una Europa de las personas y no el actual modelo de mercaderes, donde la unidad de los europeos se base en el respeto a las culturas, a las lenguas, a la inmensa diversidad de sus ciudadanos, sin fronteras, de plena igualdad y solidaridad. Esto ya no corresponde a los nacionalismos estatales, sino a la implicación y responsabilidad de los pueblos y sus ciudadanos.

Hoy Europa está de nuevo en conflicto entre un viejo modelo que agoniza y le impide el desarrollo, y otro que emerge con fuerza para construir la verdadera Europa de las personas. Pudiera parecer, por la actual configuración del Parlamento Europeo, a punto de ser renovado, que el bloque de las Naciones Estado, son más, pero tal y como afirma entre otros, el escoces Robin McAlpine, hoy, los que pensamos en la Europa de los pueblos, de los ciudadanos, somos más, somos el verdadero futuro de Europa, es sólo cuestión de tiempo y de unir y coordinar esfuerzos colectivos.

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Es el momento en el que los que pensamos que debemos superar, sobrepasar el actual modelo de nacionalismo excluyente que significan las Naciones-Estado, comencemos a trabajar juntos en este esfuerzo colectivo de construcción de unidad europea, como única vía posible al reconocimiento de los pueblos y culturas que integran Europa. Las bases se están comenzando a poner, el modo y el método en discusión y los ciudadanos y ciudadanas de Europa a congregarse en torno a este proyecto de verdadera unidad. La nueva Europa de los pueblos y de los ciudadanos está en marcha y sin vuelta atrás posible. Todo ello debe comenzar por señalar y sobrepasar a los verdaderos nacionalismos estatales.

Pedro I. Altamirano

@altamiranoMLG

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